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Psicogerontología
Volumen 12 (8) – 389 - 1996
..
La autopercepción negativa y su desarrollo con la edad
Meléndez Moral, J. C.
Resumen
El presente artículo tiene como objetivo conocer
si existen diferencias reales entre los grupos de
prejubilados y jubilados en cuanto a un factor teórico
denominado "autopercepción negativa" que implica
baja autoestima y autoconcepto negativo. También
pretendemos determinar cómo en función del
subgrupo edad al que se pertenezca también
existirán diferencias estadísticamente significativas
en su autopercepción.
Geriátrika, 1996; 12 (8): 388-391
Summary
The object of the following article is to disco ver the
existence of true differences between groups of
retired and pre-retired persons as a theoretical factor
denominated "negative self-perception" which
implies a low level of selfrespect and a ne
gative self-concept. We also wish to determine, in
function of the age sub-group to which they belong,
if there are significant statistical differences in their
self-perception.
PROFESOR ASOCIADO
UNIVERSIDAD DE VALENCIA
40
Introducción
Cada persona tiene un concepto del sí mismo y
en función de éste, procesa y organiza la información
de su contexto en una estructura que le proporciona
la base de principios para actuar en el presente y en
el futuro, es así como el sujeto mantiene y desarrolla
un esquema básico de su propia autopercepción que
se extiende hasta el período de la jubilación. Según
Sáez y Vega (1989), Meléndez (1994), Sáez,
Aleixandre y Meléndez (1995), el carácter de esta
autopercepción puede tomarse como un predictor
para conocer que cambios seguirá el sujeto en la
necesaria readaptación que, con toda seguridad,
habrá de acometer al llegar el período de la
jubilación. Ello sin olvidar, que acontecimientos de
distinta índole pueden modular sus decisiones a
tomar ante conductas y opiniones pero, siguiendo la
dirección ya emprendida y desarrollada a lo largo del
ciclo vital.
A este respecto, a pesar de que el consenso social
sobre la edad anciana está establecido en la mitad de
los sesenta, mucha gente que todavía no tiene la
edad de jubilación, comienza apercibirse de una
forma más negativa. L'Ecuyer (1988) plantea que
esta autopercepción negativa, es debida al hecho de
que las personas no aceptan los valores negativos y
estereotipados del status de anciano, y que por tanto
no son capaces de asumir el fenómeno del
envejecimiento.
La revisión de las investigaciones, sugiere que la
gente continúa manteniendo estereotipos y modelos
sobre los ancianos que incluyen criterios que definen
las diferencias entre la mediana edad y la ve-
Volumen 12 (8) - 389 - 1996
jez, es decir, los cambios significativos que acompañan a la edad y los atributos de ser viejo. Por otro
lado, los estereotipos de cada cultura, así como la
esperanza de vida y modelos particulares de vejez,
influyen en la definición y en la interpretación para
describir su propio proceso de ancianos (George,
1990; Costa y McCrae 1990; McCrae 1993).
En general se plantea que en la vejez se intensifica el declive del yo, derivando en una pérdida de
identidad, baja autoestima y descenso de las conductas sociales. Por su parte Knox (1977), sugiere
que mientras no existan alteraciones drásticas en las
actividades y los roles cotidianos, la gente debería
continuar percibiéndose de forma positiva. El
matrimonio, la participación en actividades comunitarias, estar unido o ser miembros de grupos sociales, ayuda a mantener el sentido de continuidad incluyendo una autopercepción más positiva, incluso
después de la jubilación (Shephard, 1990; Meunier,
1990; Andersson y Stevens 1993; Caserta y Lund
1993).
Hemos de tener en cuenta que una de las razones
de que el autoconcepto y la autopercepción, y su
relación con la edad suponga un problema, es el
sentimiento de que los ancianos se sientan peor
psicológicamente (Brandtstadter y Greve, 1992). La
gente que se percibe a sí mismo como viejo actúa
como más anciano. A pesar de que los sujetos redefinen su edad en relación con los cambios reales
de las funciones sociales y físicas, algunas evidencias indican que las autodescripciones se convierten
en profecías autocumplidas. La etiqueta de la edad
lleva connotaciones estereotipadas, expectativas
sobre las capacidades personales, posibilidades
individuales y un cierto nivel de actividad. Consecuentemente, a menudo, subestima sus capacidades creando un círculo vicioso funcional (Hunter,
Linn y Harris, 1981, 1982).
No debemos olvidar que el significado personal de
vejez, para cada uno de nosotros, está profundamente marcado por nuestra experiencia directa sobre
él. Es nuestra experiencia directa de ella, primero en
otros y después en nosotros mismos, lo que hace
que la edad signifique algo concreto, en contraste
con lo que significa en nuestra cultura, o para la
gente en general. En cualquier caso, esto ayuda a
tener un marco sobre el que interpretar estas experiencias y lo que otros están experimentando, y es
importante que este marco esté basado en todos los
posibles en factores de información, más que en las
ideas que subyacen sobre la vejez.
La literatura sirve a la vejez, y el yo, es demasiado
frecuentemente la extensión lógica de las teorías
que explican el desarrollo del autoconcepto en niños
y adolescentes. Lo que es necesario, es una nueva
síntesis que combine las primeras teorías del yo, con
la considerables bases de datos que, sobre la vejez,
han aparecido en las últimas dos décadas.
La vejez puede ser una experiencia positiva, ne-
gativa y/o ambas. Por otro lado, la calidad de esta
experiencia, también puede cambiar a lo largo del
tiempo, de tal manera que la unión entre las circunstancias objetivas y cómo las experimentamos,
es, a menudo, imprecisa.
Hay personas que experimentan muchos cambios
físicos en la vejez y aún mantienen un aspecto vital y
saludable, mientras que otros, tienen un aspecto
decrépito, por cambios muy triviales. Algunas
personas nunca tienen la experiencia de que la edad
les ha cambiado, y otros utilizan la edad permanentemente, como una excusa para ir abandonando toda clase de actividades físicas, mentales o
sociales. Por lo tanto, no es simplemente el problema
de que hace la edad, sino de lo que la gente hace
con la edad (Atchely, 1989).
De alguna manera, la vejez se plantea como el
tiempo de las pérdidas. El deterioro en la salud y la
pérdida de capacidades, reduce la autonomía y la
independencia forzando, incluso, a necesitar de los
servicios de otras personas para cosas que antes
podían hacer ellos mismos (Karp, 1988). La jubilación, tanto por razones de salud como por imposición
legal, aleja a muchas personas del área de su
actividad productiva. La muerte de amigos y parientes, incluso de la pareja, destruyen todos los sistemas de soporte personal; si estas personas ancianas
insatisfechas no han encontrado un sentido a su vida,
estos acontecimientos les lleva a una caída rotunda
en el autoconcepto, a una autopercepción más
negativa, y a la desesperación existencial.
Es por tanto cada vez más necesaria la intervención directa sobre la vejez hacia una orientación
adecuada a nivel de información y educación de cara
a los cambios reales que en ellos se van a dar, de tal
manera que el sujeto encuentre un marco de
referencia real sobre el que poder desarrollar sus vivencias y por tanto tener mejorar su autopercepción
en el período del ciclo vital en concreto.
Metodología
En este trabajo planteamos como objetivos conocer si existen realmente diferencias en la autopercepción entre los sujetos prejubilados y jubilados y en
que momento aparece esa posible caída en la
autopercepción del sujeto.
Para el análisis de datos, se partió de una población de 618.398 prejubilados y de 445.989 jubilados,
lo que da una población total de 1 .064.387 sujetos.
Para estos sujetos, se tomó una muestra de 803 con
un nivel de significación de 2 sigmas (95,5%), y con
un error muestral de +5 para "p" = "q" = 50.
Esta variable de segmentación, quedó definida por
todos aquellos sujetos con una edad superior a los 50
años, y utilizando criterios de estratificación, partimos
de cuatro subgrupos de los cuales 271 su-
41
Volumen 12 (8) - 390 - 1996
TABLA II
jetos eran de una edad entre 50 a 59 años (33,7%); y
133 sujetos de entre 60 y 64 años (16,6%), con lo que
obtenemos 404 sujetos prejubilados, el 50,3% de la
muestra. Por lo que respecta a los sujetos jubilados,
los grupos quedaron definidos del siguiente modo: de
65 a 69 años, 126 sujetos (15,7%); y de más de 70
años, 273 sujetos (34%), obteniendo así un total de
404 sujetos, el 49,7% de la muestra.
El factor utilizado quedó definido como "autopercepción negativa", tiene una varianza explicada de
7.902 y está compuesto por un total de diez ítems que
hacen referencia a dos aspectos fundamentales: por
una parte, el sentimiento o la percepción negativa, de
no adaptación a la nueva situación y, por otra parte, la
referencia continúa a la propia persona, al propio ser.
Este factor muestra el sentimiento de inutilidad
percibida por la persona, al llegar el momento de la
jubilación. Además este grupo de ítems obtuvo un alfa
estandarizado de .7935.
Análisis de varianza de la autopercepción
negativa
Source of
Variation
Main Eff
GRU.EDAD
Explained
Residual
Total
Sum of
Squares
1001.584
1001.584
1001.584
46159.413
47160.996
DF
Mean
Square
333 861
333.861
333.861
57.771
58.804
3
3
3
799
802
F
Sig. of
F
5.779 .001
5.779 .001
5.779 .001
TABLA III
Prueba Schene entre los cuatro grupos de edad
Grp
4
Resultados
Grp
3
Grp
1
Grp
2
Media
14.62
12.79
12.28
12.12
En primer lugar se realizo un prueba "t", para ver si
existían diferencias estadísticamente significativas en
la autopercepción negativa, entre dos grupos
diferenciados según el ciclo vital: prejubilados y
jubilados. Los resultados obtenidos se pueden observar en la tabla l.
Grp 4
Grp 3
Grp 1
Grp 2
*
*
TABLA I
Prueba "t" de la autopercepción negativa en prejubilados vs. jubilados
Variable
Mean
12.1593
14.1063
Pooled Variance Estimate
t Value
Degrees of
Freedom
Number of Cases
404
399
Prejubilados
Jubilados
F Value
2-tail Probo
1.50
000
-3.62
801
Tal y como se puede observar a través de la tabla I
existen diferencias estadísticamente significativas en
la autopercepción negativa entre el grupo de
prejubilados y el de jubilados, manteniendo además
una media superior el grupo de los jubilados (14.11)
que el de los prejubilados (12.16).
Posteriormente se realizo un análisis de varianza
de la autopercepción negativa en función de cuatro
grupos de edad. Obteniéndose los resultados que se
exponen en la tabla 11.
42
Standard Deviation
2-tail Prob
.000
Standard Error
6.819
.338
8.350
420
Separa te Variance Estimate
t Value
Degrees of
2-tail Prob
Freedom
-3.61
760.23
.000
Con respecto al análisis de varianza éste aparece
como estadísticamente significativo, con un error del
.001. Por lo que respecta a las medias el grupo de 50
a 59 años obtiene una puntuación de 12.12, el de 60
a 64, 12.28, el grupo de 65 a 69, 12.79 Y por último el
grupo de más de 70, 14.62. Observamos que entre
los tres primeros grupos de edad (sujetos de edades
entre 50 y 74 años) no existen casi diferencias,
mientras que el cuarto de los grupos, sujetos mayores
de 75 años obtienen una media
Volumen 12 (8) - 389 - 1996
mucho más elevada. Además al realizar la prueba de
Scheffe (tabla 11I), aparecen diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos de prejubilados (grupos 1 y 2) Y el de jubilados de más de 75
años (grupo 4).
Discusión
Tal y como hemos podido observar a través de las
puntuaciones obtenidas no existen grandes diferencias en cuanto a la autopercepción negativa del
sujeto, entre los sujetos prejubilados y aquellos que
están dentro de un primer período de la jubilación (65
a 74 años). Es por ello que podemos afirmar que
aquellos sujetos que pasan a formar parte del grupo
de jubilados en un primer momento mantienen
características muy similares en su autopercepción a
las desarrolladas en los años anteriores, último
período de la madurez.
Por otra parte cuando el individuo atraviesa la barrera de los 75 años, mantiene niveles en su autopercepción negativa más altos que en los períodos
anteriores. De algún modo debemos tener en cuenta
cómo el sujeto, según aumenta su edad, va sufriendo
una involución en sus características físicas y
psíquicas que tienen como consecuencia un deterioro mayor en la propia percepción que en otras
edades. Los posibles sucesos de crisis, tales como
dificultades financieras, conflictos interpersonales
con los hijos, conflictos interpersonales con los semejantes, indiferencia por parte de los adultos jóvenes, muerte de amigos, conciencia de soledad, enfermedad e incapacidad o dificultad en la adaptación
a la jubilación, son elementos cada vez más difíciles
de solucionar por parte del individuo.
Es por ello necesario plantear programas de intervención, tanto sobre sujeto geronte, como sobre el
prejubilado, que orienten a éstos en los cambios
naturales y paulatinos que se van a ir desarrollando
según aumenta su edad, de tal manera que las posibles deficiencias percibidas que el sujeto encuentre
tengan una menor influencia en su autopercepción, y
que sin tener una visión sesgada de sus propias
posibilidades, sí conozca una realidad con la que
tiene que convivir.
CORRESPONDENCIA:
DR. J. C. MELENDEZ MORAL
FACULTAD DE PSICOLOGIA OPTO.
PSICOLOGIA EVOLUTIVA y DE LA
EDUCACION UNIVERSITAT DE
VALENCIA AVDA. BLASCO IBAÑEZ, 21 46010 VALENCIA
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