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Levante EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 23 de junio de 2006 pd 1 Narrativa p o s d at a Suplemento Cultural William Gerhardie publicó «Inutilidad» en 1922, una obra sorprendente y disparatada ambientada en la Rusia de los años veinte (pág. 5). Parnaseo es la primera colección española que se edita a la vez en tres formatos: papel, «pdf» y «ebook» Llegan los libros electrónicos Ana Gimeno La colección Parnaseo de la Universitat de València inaugura una nueva forma de entender la edición de libros. Es la primera iniciativa en España de edición simultánea en tres formatos: papel, pdf y ebook. Esta fórmula, según indican sus promotores, permite tiradas ajustadas a la demanda porque el coste final de cada ejemplar se mantiene independiente del número de ejemplares impresos, libera al editor del problema que en la actualidad significan los stocks, facilita una consulta desde cualquier ordenador conectado a internet y la publicación en papel de textos menos comerciales que requieren de una tirada reducida. Los tres primeros libros editados en esta nueva colección, que forma parte de las ediciones del Servei de Publicacions de la Universitat de València, «tienen en común que son textos sobre literatura española medieval, renacentista y de los siglos de oro, sobre todo para especialistas, estudiosos o investigadores, que en una editorial comercial difícilmente podrían editarse», afirma Josep Lluís Canet, director de Parnaseo y profesor del Literatura Española en la Universitat de València. Todo el proceso de edición de la colección, explica Canet, «es en formato digital, en lugar de fotolitos preparamos el documento en un formato pdf para llevar a imprenta y se pueden realizar tiradas cortas que se repiten si la demanda lo exige, sin que el coste por ejemplar sea distinto». El formato pdf limitado, como el que ofrece Parnaseo, permite leer el libro de forma gratuita a través de internet desde casi cualquier lugar del mundo. A través de Parnaseo «los libros editados aparecen en todos los buscadores y de este modo se hacen visibles fácilmente al investigador», dice Canet. De los tres formatos escogidos para editar los títulos de la colección Parnaseo, el formato papel es el más conocido, el formato pdf limitado es un formato de consulta gratuita, permite únicamente la lectura a través de la pantalla del ordenador, pero no es posible la impresión de los textos ni copiar y pegar fragmentos. En cambio el ❙❙❙ La edición en «pdf» limitado permite leer el texto de forma gratuita a través de internet formato ebook, de pago, es similar al pdf pero es una edición de trabajo, que permite imprimir los textos, realizar búsquedas automáticas de palabras a lo largo de las páginas del libro y copiar y pegar fragmentos. La compatibilidad del ebook y del formato papel «es posible porque los precios del formato papel son económicos, de modo que resulta mejor comprar el ejemplar en papel que imprimir una copia del libro completo o encargar una fotocopia», explica Canet. El ebook es muy útil para una actividad investigadora, para estudiar el texto en profundidad y desplazar la atención de unas páginas a otras en busca de términos, conceptos o nombres de interés para el estudioso con ayuda del buscador automático. Este tipo de ediciones «son ideales para libros de calidad que difícilmente entrarían en los circuitos comerciales», añade Canet. En papel la tirada inicial es de 120 ejemplares, «aunque se van imprimiendo más conforme se necesitan, y así no hay que almacenar ejemplares». Pero lo que distingue esta iniciativa de una edición tradicional es la difusión que alcanzan los textos. Poner a disposición de los investigadores de cualquier lugar del mundo obras de la literatura española medieval, renacentista y de los siglos de oro, «aportar textos literarios a la colectividad investigadora es una de las funciones no sólo de la colección sino del propio proyecto Parnaseo», afirma Canet. La colección Parnaseo ha nacido del proyecto de investigación del mismo nombre que desde hace varios años dirige Josep Lluís Canet desde el departamento de Literatura Española de la Universitat de València, con la financiación del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Tanto el proyecto como las ediciones de la colección Parnaseo, recién inaugurada, pueden consultarse en www.parnaseo.uv.es, una página que cuenta con más de cien mil visitantes mensuales y que «nace de la petición que nos hacen bibliotecas e investigadores que necesitan consultar estas obras». En la web también se encuentra literatura sapiencial y una gran base documental sobre teatro español e hispanoamericano, facsímiles de libros de caballerías y una revista de teatro contemporáneo. Además, el proyecto Parnaseo pone a disposición del estudioso una base de datos de teatro valenciano contemporáneo, en colaboración con la Academia Valenciana de la Lengua, sobre carteles teatrales del siglo XIX con más de 3000 ejemplares y ediciones facsimilares de textos de la literatura española de difícil acceso. Los primeros tres títulos de la colección Parnaseo ya han sido editados en los tres formatos mencionados. Seniloquium, de Diego García de Castro, con traducción y edición crítica de Fernando Cantalapiedra y Juan Moreno, una colección manuscrita de aproximadamente quinientos refranes glosados en castellano del último tercio del siglo XV y unas cuatrocientas sentencias en latín, casi con toda certeza el primer refranero de la lengua española. Hasta el momento sólo se había publicado la lista de sus refranes, como obra anónima y Fernando Cantalapiedra y Juan Moreno ofrecen en este trabajo que edita Parnaseo la primera edición crítica completa de la obra, atribuyéndosela a Diego García de Castro. Otro de los libros de la colección es Cuatro ensayos sobre Gabriel Lobo Laso de la Vega (15551615) de Jack Weiner, un trabajo sobre el autor Gabriel Lobo, desconocido en nuestro tiempo pero poeta de renombre en su época, respetado por Cervantes, y autor fecundo considerado excelente ejemplo de poeta renacentista español. Y el último título editado por Parnaseo hasta el momento es un interesante trabajo de Juan Francisco Maura titulado Españolas de ultramar en la historia y en la literatura, con singulares ilustraciones de Hernando Maura, y del que ya se han registrado 6000 descargas en internet en la página del proyecto Parnaseo, un hecho que muestra el interés suscitado por la obra. El libro da cuenta de las acciones de las mujeres aventureras, madres, soldados, virreinas, gobernadoras, adelantadas, prostitutas, empresarias, monjas, escritoras, criadas y esclavas en la expansión ibérica ultramarina entre los siglos XV al XVII y relata su intervención en la conquista del Nuevo Mundo, en los primeros textos de la exploración y la conquista, en la vida intelectual, política y bélica, que ha pasado desapercibida para la historia. Entre los nuevos títulos que prepara la colección Parnaseo se encuentran el Libro de la cámara real, de Gonzalo Fernández de Oviedo; Iconografía teatral, de Alicia Álvarez; el texto medieval Ejemplario y un trabajo sobre las relaciones teatrales entre España e Italia, explica Canet. La colección recién estrenada viene a completar uno de los objetivos del proyecto Parnaseo, contribuir al acceso universal a la literatura, poniendo a disposición de investigadores y del lector interesado, ejemplares que por no ser productos rentables en el mercado, pemanecen en oscuras e inaccesibles bibliotecas acumulando polvo y guardando en silencio los secretos de nuestra literatura y de nuestro pasado. 2 Viernes, 23 de junio de 2006 ■ Levante EL MERCANTIL VALENCIANO pd LLIBRES Música i erotisme en la veu de José Mas Clarividència J. Ricart Fa qüestió d’un any vaig tenir primer l’oportunitat, i després el plaer de ressenyar per aquesta mateixa casa el que seria, potser, un dels millor poemaris de l’autor. Em referisc a Orquesta de sombras de José Más (València, 1939), catedràtic, crític i també autor de quatre reculls. En aquest nou llibre el que a priori crida l’atenció és l’ambigüitat del seu títol, que pot confondre l’ingenu lector. Efectos especiales no designa els trucs del cinema, sinó, tal com llegim en les primeres pàgines, fa al·lusió a accions com viure, estimar, somniar, sofrir i morir, imprescindibles en aquesta comèdia, que segons el poeta (i molts altres) és la vida. Aclarit això, passem a analitzar els principals eixos temàtics. En primer lloc hem de constatar una sèrie de poemes que fan de frontissa amb el recull adés assenyalat, i que té com a leitmotiv la música. Tan sols alguns del títols ens poden fer una idea Seguidillas encubiertas, Duo para soprano y ruiseñor o Tocata i fuga. Però la principal novetat (i també peculiaritat) és el for t erotisme que desprén molt dels seus versos. Poemes com Desolación, Milonga, Pasa una voz o versos il·lustratius com «Mi mano buscaba / entre el deseo y la parálisis / acariciar tu seno izquierdo»; o aquest altre: «Los dedos que tocan / y que leen, / y que exprimen su per fume». Un erotisme molt suggerent a força, primer de potenciar sinestèsicament l’olfacte, la oïda o el tacte; i segon, de deixar de banda les metàfores visuals i/o la riquesa cromàtica (recordem la seua invidència). Com diria Aleixandre, «en mi limitación me siento libre». Un exemple paradigmàtic podria ser: «A través de tu voz apagándose/ sentí el sabor de tu pelo /el calor entregado de tu talle y tus manos / y el olor indecible de tu anhelo». Josep Mas Efectos especiales Renacimiento, Sevilla, 2006 Júlia Zabala parla de la identitat i de la incertesa en «El cercle de les ànimes» Contra la deshumanització J. Ricart Tot escriptor (llevat del genis, i d’aquestos en queden pocs) es va fent línia a línia, pam a pan en una interminable recerca personal capaç de destil·lar el millor de la seua veu, fins al punt de sentir-la com a pròpia, i poder-la diferenciar de la resta. Això és el que sembla que ha succeït amb el temps amb Júlia Zabala (València, 1975) una poeta que malgrat la seua relativa joventut, ha sabut fer-se poc a poc un nom imprescindible en les noves generacions, i aparéixer en les principals antologies i esdeveniments literaris. Amb el seu nou lliurament pareix abandonar, i després transcendir el «jo» intimista i femení dels seus tres treballs anteriors cap un «jo» més universal. Aquest encertat canvi no ha estat fortuït, sinó que suposem era inevitable, ja que gran part de la seua producció havia caigut en un cul-de-sac. I de fet, podem afirmar, sens dubte, que se n’ha eixit amb molt d’èxit (amb el doble sentit etimològic de la paraula). El cecle de les ànimes és un recull de quaranta-quatre peces intitulades; dividit en dues parts quasi simètriques, i dotat d’un ritme constant i ple de constrastos. Per exemple, poemes d’escasses línies, però amb la llargària del vers lliure, o ex abruptes sintagmàtics que tenen com a contrapunt arrodonits i polits versos, com pedres precioses d’un epigrama. El seu tema principal és el sentiment d’estranyesa de l’home davant d’un món cada cop més deshumanitzat. Així podem llegir versos reveladors que plantegen la pèrdua de la identitat —«Em miraré les mans i no les coneixeré»—, la incertesa —«No sabrem quina és la nos- tra / missió fins que no l’haurem complit»—, l’estancament acomodatiu de gran part de la nostra societat: «El món està ple de paralítics que viuen en la contemplació / delectant-se en la seua immobilitat, sense saber que podrien / volar sense ales com tu i jo». En resum, un descrèdit de caire nihilista: «La primavera, la pluja, la Via Làctia, les oliveres els / poemes, els somnis, els morts… tot és mentida»; un escepticisme que cristal·litza en colpidores imatges com «El demà és una cova plena d’escorpins», i que tans sols s’atempera cap a la fi del llibre. La poeta busca la redempció i consol en dos pilars: l’amor —«L’única certesa que em queda és l’entusiasme dolcíssim i incorregible amb què / creus en mi»— i per altre costat, l’experiència estètica, tal com defensava Cioran: «I és que només Júlia Zabala El cercle de les ànimes Premi Màrius Torres 2004 Pagès editor, Lleida, 2005 El clam poètic contra l’horror d’Albert Hernàndez i Xulvi Un crit que ens lliga a l’humanitat A. Hernàndez i Xulvi Las ramas del olmo oscuro XXIV Premio de Poesía Francesc Badenes Dalmau Germinal, Valencia, 2006 Antoni Zaragozà Conta l’escriptor Manuel Rivas que Elias Canetti, durant una conferència pronunciada a Munic el 1976, donà a conéixer la troballa d’una nota anònima, datada poc dies abans de la Segona Guerra Mundial. El text, breu i pretensiós, deia: «Ja no n’hi ha res a fer. Tanmateix, si jo fos un escriptor de debò, deuria de fer per poder impedir la guerra». I el mateix Canetti és qui, en un dels seus treballs, ens deixà escrit com el vienés Karl Krauss, s’oposà a la injusta desraó bèl·lica que féu esclatar la Primera Guerra Mundial, emmudint. El seu silenci, però, tenia la força d’una proclama. Com afirma Ramon Guillem al pròleg d’aquest poemari, Albert Hernàndez escriu des de «la ràbia, la impotència i l’amargor que provoca la guerra, de la necessitat d’expressar una íntima lluita contra la injustícia i l’angoixa, contra el dolor i les vides perdudes, contra la mor t». Per a l’escriptor catarrogí, no tot està ja dat i beneit ni és millor el silenci acusador. Les branques de l’om fosc és un crit, com el que expressa Edvard Munch en la seua pintura, que resisteix al silenci còmplice de la quotidianitat insensible i desmenjada, un clam contra l’«horror mut», una exclamació punyent. És el crit compromés que el lliga a la humanitat. I és que en diferents poemes es tracta la ceguera, com Ojos para qué os quiero on el poeta escriu: «Para ir más ligero de equipaje / en el viaje / me he arrancado los ojos y su biografía». Versos sobre la vida, l’amor, la solitud, l’absència i també alguns poemes, en apariència dispar, però que presenten com a comú denominador la mort. En aquest bloc hem d’esmentar per las seua singularitat, Nana con extravío (una tragèdia lorquiana), Elegía reciente (a César Simón) o Los gallos de Bagdad (contra la barbàrie de la guerra). Una volta més, Mas s’ha superat a si mateix. Si semblava impossible igualar o superar el seu darrer treball ens enganyàvem. Efectos especiales pareix explorar una nova veta poètica, més lliure, més personal i més diversa. Fins aleshores continuarem gaudint de la seua inusitada clarividència. la bellesa ens salvarà / d’aquesta resposta que és la nostra vida». Referències bíbliques, enumeracions que recorden els versicles, però sobretot la quantitat i qualitat de les metàfores, moltes d’arrel aràbiga (recordem els estudis de la seua autora): «Els teus ulls són les portes de la ciutat que hauré de travesear aquesta nit», o «La tendresa és observar les estrelles i no saber que estan mor tes». Uns poemes que guanyen en profunditat, i que de vegades assoleixen una dimensió metafísica, quasi mística, sense perdre de vista els límits de la fisicitat. El cercle de les ànimes sembla ser un punt d’inflexió, i potser, de reflexió del nou rumb de la veu poètica de Júlia Zabala. Un llibre que soprendrà els seguidors de la seua trajectòria, i que captivarà aquells que la descobreixen per primera volta. No debades l’escriptora s’uneix amb dret propi a la la llarga llista d’altres poetes valencians com Ricardo Trigo, Josep L. Roig, Antoni Albalat o Elies Barberà que han aconseguit guanyar aquest prestigiós (i també suculent) premi. Ara, l’Editorial Germinal acaba de publicar Las ramas del olmo oscuro, la versió en castellà d’aquest poemari, guardonat amb el XXIV Premi de Poesia Francesc Badenes Dalmau-Vila d’Alberic, 1996. La traducció, correcta, i revisada pel mateix autor, ha estat a càrrec d’Ana Padilla, qui també ha passat al castellà la novel·la Temps de fang. L’edició d’aquest llibre, elegant i acurada, compta amb un valor especial afegit: ha estat elaborada amb traça per les mans artesanes de Diego Àlvarez. I, a més, bona part dels poemes han estat bellament musicats per Vicente Miguel Peris i cantants per la veu colpidora de la soprano Francisca Ortí Viñes. Tot un esdeveniment literari que no deixarà impassible cap lector. pd Levante EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 23 de junio de 2006 3 LIBROS Una obra legendaria en los límites de la poesía Al pie de la letra Stéphane Mallarmé Herodías Edición y traducción de Antonio y Amelia Gamoneda Abada, Madrid, 2006 Chema de Luelmo Nos han llegado de él algunas fotografías de estudio, francas y bien iluminadas, pero, como tantas veces sucede con la pintura, la verdad del personaje parece encontrarse más bien en ese retrato mínimo realizado por su amigo Manet, una madeja de manchas y trazos que lo muestran en un ademán mórbido, embriagado por el humo o por quién sabe, recostado sobre una ❙❙❙ Mallarmé quiso trascender toda insuficiencia y toda contingencia, quiso tocar la belleza perfecta del lenguaje y acabó sucumbiendo en el intento pared forrada de tafetán floreado. Decía Benjamin que el interior doméstico es al burgués del XIX lo que el estuche al objeto, un espacio ahormado, mullido, a la medida exacta de sus hábitos, y la tarea ensimismada de Mallarmé parece encontrar en esa comodidad espesa su templo privado. No es ya suya la ebriedad portátil de Baudelaire, siempre tras el destello y la transfiguración del detalle mundano, sino la búsqueda constante de la palabra que encaje en el texto sin holgura ni aleatoriedad alguna, de un habla a resguardo del barullo social. Una labor de franela y tabaco, de indagación callada, cuya muestra más característica es este Herodías, poema de una ambición absoluta que, pretendiendo portar todas las maravillas del mundo, acabaría siendo apenas un pecio cargado de fragmentos. Según Pavese, es «el ansia de realidades espirituales desconocidas, presentidas como posibles», lo que mueve a un poeta a forzar los límites de la expresión. Mallarmé quiso trascender toda insuficiencia y toda contingencia, quiso tocar la belleza perfecta del lenguaje y acabó sucumbiendo —parábola por excelencia— en el intento. La que planeó como su obra suprema le lle- LEVANTE-EMV EL AUTOR. Mallarmé en un retrato de Edouard Manet realizado en 1876. varía desde octubre de 1864 hasta el 8 de septiembre de 1898, día anterior a su muerte, en una pugna que queda reflejada en su correspondencia a lo largo de todos esos años: «Herodiáde es la obertura, pero de una pureza que el hombre no ha alcanzado y no alcanzará quizás nunca»; «tengo pues, por referir te, tres meses (…) ¡Los he pasado encarnizado sobre Herodiáde, mi lámpara lo sabe!»; «vuelvo a Herodiáde, yo la sueño tan perfecta que no sé si existirá jamás». Los cuadernos de notas corroboran esa práctica eternizada, conservan las infinitas trazas del vuelo rasante del lenguaje, de sus titubeos y renuncias, de aquellos versos y palabras que se estrellaron sin remedio; en ocasiones, a cierta distancia, la indagación febril adquiere en ellos el aspecto de una de esas fisonomías de Giacometti, cien veces contorneadas, mil veces insistidas, hasta llegar a una desfiguración total. Una recopilación de aforismos del autor de «El quadern gris» ¿Pla portátil? Justo Serna Josep Pla hizo de su escritura un ejercicio periódico, una urgencia creadora y compulsiva, una observación cuidadosa del mundo. Cursó estudios, pero esas letras le sirvieron sobre todo para hacerse escritor de diario. En el doble sentido de la expresión: de periódico y de cosas ordinarias. Comenzó colaborando en la prensa para lograr un medio de vida, pero la escritura noticiera no fue sólo algo alimenticio. Cultivar el periodismo le permitió obtener una recompensa contemporánea: saberse leído. Si se tienen aspiraciones literarias y se escribe en los diarios, el prosista se esmera cada día, pues deberá mirar con cuidado, captar la atención de los lectores, impresionar a unos destinatarios infieles o mudables, interesados quizá por los competidores de aquél. Ha de afanarse..., volcándose expresa y personalmente en esa literatura que son apreciaciones del mundo aunque también revelaciones de un yo observador. Los libros de Pla vendrán más tarde, pero muchas de dichas obras serán recopilaciones recicladas, una bala de papeles ori- ginariamente precarios, caducos. Ahora bien, esa escritura periódica no será algo accidental, adventicio, sino su forma misma, la más elevada y constante, de hacer literatura, su manera de expresarse, su modo de enfrentar las intemperancias de la vida. El artículo, la crónica, el reportaje le permitieron desarrollar una agudeza espectadora, el destello perspicaz, la puya irónica, la cultura y el adobo, que no la retórica hinchada. Pero Pla no se conformó. Escribió novelas incluso, un género para el que fue incapaz, quizá con el secreto objetivo de alcanzar la gloria literaria que la prensa creía que no le daba. Sólo El quadern gris (1966) le redimirá: ni es novela, propiamente, ni es atadijo de textos periodísticos. Es un dietario, una escritura del yo, una puesta en orden cronológico de lo que fue su primer pasado, sometido, eso sí, a la reescritura de un tipo ya maduro, una reescritura que es la disipación del verbo, la gran obra serial: la construcción de un mundo con el que testimoniar, con el que captar y retratar lo que él veía o creía ver. Pero esa escritura caudalosa, esa grafomanía, fue también una impresión de sí mismo, una manera de manifestarse y de rematarse, de hacerse en el acto de escribir, retocándose; y fue un modo sentencioso de definir lo que apreciaba o repudiaba. Ahora, la editorial Edhasa acaba de publicar un breviario que reúne parte de esas Sentencias e impresiones planianas diseminadas a lo largo de su obra. Son sobre todo descripciones económicas y opiniones contundentes hechas bajo la forma del aforismo. Ya lo sabemos: un aforismo es una proposición, ingeniosa o doctrinal, concebida para establecer normas o reglas a seguir en la filosofía o en la moral o en el arte o en la vida. Cada una de dichas sentencias cobra una forma definitiva, inmodificable: es así y no consiente ni su parafraseo ni su explicación ni su prolongación ni su glosa. El aforismo está muy cerca de la poesía, por la reducida extensión de sus enunciados, por la sonoridad y el ritmo, pero también por la estratégica colocación de las partes: en lo breve no hay tiempos muertos ni ganga; en lo breve, cada una de las piezas cumple una función decisiva e inmodificable. Josep Pla Sentencias e impresiones Prólogo de Valentí Puig Edición de Andrés Gómez-Flores Edhasa, Barcelona, 2006 El responsable de esta edición, Andrés Gómez-Flores, ha rastreado entre la copiosa producción planiana para reunir un manojo de aforismos que dan un retrato par ticular: en el libro aparece un tipo realista, contradictorio, descreído, conser vador, lúcido, misántropo. Por esa misma brevedad, cada uno de dichos aforismos funciona por separado y, por eso, pueden ser objeto de colección. Al no haber una estructura común, las sentencias no se sostienen entre sí de manera sistemática y son so- A esos cuadernos ha habido que acudir para recrear la aventura de Herodías, y si de tal recreación sólo puede obtenerse una mera hipótesis, qué decir entonces de su traducción. Antonio y Amelia Gamoneda han asumido la extraordinaria dificultad de la empresa, dejando bien claro en el prólogo que la suya es una propuesta especulativa, dúctil, sin mayor pretensión académica. Alterado el ritmo y la extensión de los versos, anulada toda rima, completados los (numerosos) pasajes incompletos, el producto resulta, cuando menos, desconcertante, y así las cosas nunca se agradecerá lo suficiente que la edición sea bilingüe, bien para constatar la precariedad de las matrices, bien para cotejarlas con su versión castellana y quedarse, al final, con ellas. No hay que culpar a nadie del despropósito, sin embargo, porque es el signo de los tiempos: cada vez más, editar a un autor —malogrado o no— se viene pareciendo a «comisariarlo», con toda la carga de ventriloquia que implica el acto, y con la consiguiente muerte por asfixia de la forma original. Por mucha autoridad intelectual o por mucho empeño que se ponga en juego, quizá sería mejor dejar descansar en sus pequeños cuar tos afelpados a proyectos y tentativas como Herodías, pues ése aparenta ser su ámbito particular. Debiéramos tomar en cuenta, en fin, que el valor de los mitos culturales o de los sueños reside, pura y simplemente, en el hecho de serlo. bre todo yuxtaposición de partes, de piezas en las que distinguimos su logro verbal, piezas soberanas frente a la totalidad que las contiene. ¿Pero cuál es esa totalidad? ¿El yo de Pla o el libro que ahora leemos? Si el yo es la totalidad que las produce, hemos de decir inmediatamente que esa identidad no es fija, sino móvil, que lo único que permanece de dicho sujeto es el nombre que lo rotula. Vaya, que Pla mudó de opiniones sobre la vida, sobre la moral, sobre la política, cambios que aquí, en este volumen, no se aprecian. Es por eso por lo que si el libro es el entero del que dependen estos aforismos, entonces hemos de decir que la obra es un ar tificio actual del editor, aquel que pule y fija a Pla esperando trabar retrospectivamente lo que primero no tuvo totalidad definitiva. El resultado, alentado con astucia política por Valentí Puig en el prólogo que firma, es el de un escritor catalán atípico y a la vez previsible: un individualista azote de progresistas y de nacionalistas. El problema es que Pla puede ser vir para eso, pero también para lo contrario. ¿Por incoherencia? No, por simple número de páginas, por las miles de páginas que escribió. Sólo hace falta componer un centón de sentencias que resulten favorables al nuevo editor y a su avispado prologuista. 4 Viernes, 23 de junio de 2006 ■ Levante EL MERCANTIL VALENCIANO pd LIBROS ANAQUEL John Dos Passos evoca su infancia y juventud aventurera en estas memorias Thomas de Quincey La ilusión de la geografía La monja alférez Pre-Textos, Valencia, 2006 Thomas de Quincey fabuló sobre Catalina de Erauso, la monja vestida de hombre que recorrió la América española y que, según comenta Luis Loayza en el prólogo a esta edición, debió ser un personaje terrible. Sin embargo, De Quincey la convierte en estas páginas en una heroína romántica. Ángela Vallvey Todas las muñecas son carnívoras Destino, Barcelona, 2006 John Dos Passos Entre las cómicas neurosis urbanas de Woody Allen y los libros de supervivencia en el reino animal de Konrad Lorenz, la última obra de Ángela Vallvey es una comedia que gira alrededor de la consulta de la terapeuta Sonia La Roja: por su diván desfilan pacientes neuróticos, víctimas casi siempre de sí mismos. Paul Thiry d’Holbach El cristianisme sense vel Pub. Universitat de València, 2006 Paul Henri Thiry d’Holbach (17231789) és una de les figures capdavanteres de l’ateisme il·lustrat. En aquesta obra, l’autor ataca la causa psicològica del manteniment de la idea religiosa, el temor i la inseguretat. La religió és un entrebanc al progrés, perquè oculta les veritables causes naturals del mal. Años inolvidables Traducción de José Luis Muñoz Prólogo de Ignacio Martínez de Pisón Seix Barral, Barcelona, 2006 Andrés Pau John Dos Passos recuperó cierta notoriedad —que jamás debió perder— en nuestro país a raíz de la publicación de Enterrar a los muertos, el excelente libro de Martínez de Pisón — que además prologa este Años inolvidables. Allí se hablaba del dramático desencuentro que tuvo con Ernst Hemingway por culpa de la desaparición y posterior asesinato del traductor al español de Dos, José Robles. Incluso ahora, ¿coincidencias?, Stephen Koch (El fin de la inocencia) acaba de publicar un volumen que trata exclusivamente de ese encontronazo entre dos buenos amigos de juventud: La ruptura: Hemingway, Dos Passos y el asesinato de José Robles. Pero John Dos Passos debería ser conocido por el gran público español por su extraordinario aliento narrativo y su voz propia, cuyas obras maes- tras son, sin duda, la trilogía U.S.A. (El paralelo 42, 1919 y El gran dinero) y Manhattan Transfer, modelo de novela calidoscópica donde los personajes se mueven desorientados por un hormiguero humano de ingentes dimensiones, la ciudad de Nueva York, con la conjunción de novedosas técnicas narrativas. (Camilo José Cela y su Colmena deben tanto a Dos Passos…). Per teneciente a la generación perdida —con Hemingway y Scott Fitgerald como cabezas más visibles— Dos escribe en Años inolvidables sobre los primeros treinta y cinco o cuarenta años de su vida. El libro se inicia con su infancia, la extraordinaria y omnipresente figura paterna y concluye con la Segunda República española en pleno fer vor popular. Su tono es, tal vez por ello, contagiosamente amable y, al hilo del título, consigue atrapar al lector en su entusiasmo por los viajes, sobre todo los viajes, que le hacen recorrer buena parte del mundo, empezando por su adorada España, que fue su primer destino al extranjero y dejó escrito en Rocinante vuelve al camino. John Dos Passos nos transmite un sentido amable y sencillo por la vida y, en consecuencia, suele mostrar un indisimulado desprecio por el esnobismo de cierta intelligentzia contemporánea, que tan mal solía tratar en sus novelas al hombre común y corriente. Pero hablábamos de viajes y de viajes hablaremos: Europa durante la Primera Guerra Mundial donde, a través del ser vicio de ambulancias de la Cruz Roja —igual que Hemingway— recorre el frente norte francés y mira cara a cara a la muerte, pero también unos inolvidables paseos por París y a través de Italia para llegar hasta la ruinas de Pompeya. La narración siempre discurre amena, entretenida, repleta de anécdotas —en su mayor parte agradables— que hacen de este Años inolvidables un libro especialmente amable, espontáneo, natural. Si Dos tuvo que pelearse con la censura de su época por reproducir tal cual el lenguaje de la soldadesca con toda su crudeza, aquí decide optar por un tono mucho menos rudo, y la narración gana en frescura. Terminada la Primera Guerra Mundial, Dos Passos inicia un increíble viaje —uno de esos viajes que hacen o hacían los viajeros tal y como los definió Bowles— por la recién creada Unión Soviética de norte a sur, desde Leningrado a Armenia para perderse en el Cáucaso y llegar a Bagdad disfrazado de beduino y aquejado de fiebres reumáticas. Desde Bagdad a Damasco, en otra odisea no menos inverosímil, con asalto de una patrulla de bandoleros incluida, para llegar por fin a Beirut y embarcar hacia Europa. Insistamos en ello: a pesar de las innumerables —no re- ❙❙❙ Dos Passos atraviesa la recién creada URSS desde Leningrado a Armenia, se pierde en el Cáucaso y llega hasta Bagdad Chavarría novela las relaciones laborales En el trabajo Josep Maria Romero Todo lo que hay que saber del negocio musical Alba, Barcelona, 2006 La información más actualizada para compositores, autores, músicos y cualquier artista que quiera comprender la evolución tecnológica y los mecanismos legales de la industria de la música, desde todo lo relativo a la propiedad intelectual hasta datos prácticos y casos reales. Lourdes Rubio María Ángeles Chavarría es licenciada en Filología Hispánica, ha escritos varios libros de poesía, novelas y colabora como crítica literaria en diversas revistas, ha dirigido también talleres literarios y cursó un máster en Psicopedagogía y Gestión Familiar. En el año 2002 fue finalista del Premio de la Crítica Valenciana con el libro de poesía Lo que sólo cuenta el alma, recibió el Premio Tertulandia de Benetússer con la narración Diario de una mujer inquieta (2002) y el I Premio Internacional Instituto de Estudios Modernistas por La tercera copia (2004). El Anónimo no es, pues, la primera incursión literaria de esta autora nacida en Jérica (Castelló), en 1966, una historia en el que aborda problemas laborales de hoy en día: el moving, la discriminación, el acoso... El Anónimo es un relato de corte introspectivo con una estructura en la que dos historias subsisten conjuntamente, una dentro de la otra. Escrita en un tono melancólico y ambientada en la ciudad de Castelló, la autora entremezcla el retrato psicológico y la denuncia social para describirnos lo problemáticas que pueden llegar a ser las relaciones laborales y humanas en la sociedad contemporánea. María Ángeles Chavarría El Anónimo Sepha, Madrid, 2005 sulta difícil imaginarlo— calamidades que persiguen al bueno de Dos Passos, él prefiere recordar la anécdota que sugiera la sonrisa antes que el fruncimiento del ceño. Al respecto, nada más paradigmático que la forma en que pasa, de puntillas y muy al final de Años inolvidables, sobre sus querellas con Ernest Hemingway — a quien suele llamar Hem y con quien compar te sanfermines, borracheras y yates en Cuba— , la elegancia con que se refiere a ello: «Los problemas que surgen entre un hombre y sus amigos no son con frecuencia más que el resultado del paso del tiempo. A medida que un hombre llega a la edad madura, pierde posibilidades con cada año que pasa. Y de la misma manera pierde amistades. En una época como la nuestra, en la que los credos políticos empujan a los hombres a la masacre y a la inmolación, las opiniones políticas se convierten en materia de vida o de muer te. Las diferencias que, a los veinte años, se podían discutir sin rencor y hasta con agrado, se convierten a los treinta en motivo de recriminaciones y amargura. En una época en que las consignas políticas cambian radicalmente de sentido en pocos años, cualquiera que trate de seguir haciéndose preguntas, que trate de comparar cada consigna con su aplicación en la vida real, y cada etiqueta con la cosa misma, tiene que acostumbrarse a la idea de que los viejos amigos dejen de serlo e incluso a que se conviertan en enemigos». Años inolvidables nos hace reconciliarnos con un género difícil de definir: la autobiografía viajera, el viaje autobiográfico o llámenle ustedes como quieran. Una verdadera gozada para los sentidos. Una joven periodista — Neus—, personaje solitario y meditativo que se siente relegada en la redacción del periódico en el que trabaja, recibe un anónimo y a partir de ahí decide escribir una novela en la que va a reflejar la dificultad que entraña sobrevivir en un ambiente laboral tosco y desagradable. A través de la protagonista y la autora del anónimo (Nerela), el relato nos presenta una reflexión, a modo de denuncia, sobre las múltiples injusticias que se cometen diariamente en entornos laborales cerrados, en especial situaciones que padecen muchas mujeres. El Anónimo es un ejercicio de análisis que nos propone la autora sobre la complejidad de las relaciones personales, un testimonio actual, en definitiva, sobre las dificultades de la vida de hoy en día. Levante pd EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 23 de junio de 2006 La selección de la semana 5 LIBROS Publicada en 1922, «Inutilidad» fue la primera novela de W. Gerhardie. Ambientada en la Rusia de los años veinte, relata la vida de Nikolai Vasilievich, que se ocupa de sus minas de oro en Siberia y de sus tres hijas, mientras todo se derrumba a su alrededor. Futilidad del arte y de la vida William Gerhardie Inutilidad Traducción de Menchu Gutiérrez Prólogo de Edith Wharton Siruela, Madrid, 2006 Manuel Arranz «Y de pronto me di cuenta de que la única cosa que podía hacer era convertir todo aquello en un libro. Es lo que habitualmente hacemos con la vida». El libro es Inutilidad, el título lo dice todo, en inglés Futility, futilidad, como ya fuera traducido hace unos años al castellano, a mi juicio un término mejor. Y ¿qué es todo aquello que acabamos convirtiendo siempre en un libro? Todo aquello son las asombrosas vidas que vivimos que, de cuando en cuando, «un escritorzuelo malvado y sin escrúpulos, a quien importa menos la gente que su arte, pone por escrito». Ese escritorzuelo es, en esta ocasión, William Gerhardie, dicho sea de paso, un escritor como la copa de un pino, nacido en San Petersburgo en 1895 y muerto en Londres en 1977. Pero antes de que el término que hemos utilizado para calificar nuestras vidas pueda llamar a engaño, e inducir al lector a imaginar aventuras extraordinarias, conviene decir que para William Gerhardie, lo asombroso y extraordinario de la vida es precisamente su irredenta futilidad. Incluso cuando la vida transcurre, como es el caso, en plena efer vescencia revolucionaria. Tal vez incluso en esos momentos la futilidad sea más patente. Inutilidad es un libro sorprendente y disparatado. Pero sólo en apariencia. Es sorprendente porque las conductas de los personajes son sorprendentes, a pesar de sernos el absurdo y la sinrazón tan familiares en nuestras vidas. El absurdo y la sinrazón son comportamientos en definitiva predecibles, aunque incomprensibles, lo que los convierte en paradójicos. Lo grave sería que fueran impredecibles pero comprensibles, lo que los haría inverosímiles. A fin de cuentas, uno de los reproches clásicos que suele hacérsele a un escritor es que su novela no es verosímil. Como si nuestras propias vidas lo fueran. Y es que exigimos más verosimilitud, más lógica, más coherencia, a las novelas que a la vida. Y en este sentido es disparatado, pues Gerhardie pensaba que, a pesar de todo, la vida no se parecía en nada a las novelas. William Gerhardie nació, como dijimos, en San Petersburgo, pero de padres ingleses. Un escritor anglo-ruso por tanto, que alternó en su vida y en su obra la Revolución de Octubre con la universidad de Oxford. Las mezclas arriesgadas, cuando tienen éxito, ANGLO-RUSO. William Gerhardie (San Petersburgo, 1859-Londres, 1977). son las que mejores resultados dan, y ese fue el caso de Gerhardie. Inutilidad fue su primera novela. Una primera novela de una sorprendente madurez que le valió el reconocimiento entusiasta de sus contemporáneos. Y uno de esos libros que a pesar de su apariencia intrascendente, somos en cambio incapaces de resumir, de decir de lo que tratan. Ni la propia Edith Wharton, en su sucinto y encomiástico prólogo, lo consigue. Aunque consigue, eso sí, ponernos sobre aviso. Aquí hay un gran libro, un estupendo libro, un magnífico libro, en el que, como en la vida podríamos decir, nunca sucede nada. Pero esa nada, claro, es todo lo que tenemos. La vida es lo que pasa mientras pensamos cómo vivirla, dijo en una ocasión John Lennon. No creo que Lennon leyera a William Gerhardie, aunque cualquiera sabe, pero la frase, la filosofía de la frase diría yo incluso, se encuentra en este libro de 1922. Sus personajes esperan que por fin llegue la vida, esperan que por fin llegue el amor, esperan que por fin llegue el éxito, y mientras los años pasan y la vida va quedando a sus espaldas. Al final todo sigue igual, no ha pasado nada, y lo único que ha pasado es el tiempo. Y es que el tiempo, un descubrimiento por cierto del siglo XIX, tiene una extraña manera de resolver las cosas. pues de nuestras vidas de otros, o de las de otros nuestras, porque, como decía Rimbaud, yo soy otro, pero como añade Tabucchi, el otro también es yo. Hay escritores que con cada nuevo libro van ganando lectores, del mismo modo que los hay que los pierden a medida que sus libros van aumentando en número. A los lectores de Tabucchi, uno de los valores más sólidos con que cuenta hoy la literatura, no hace falta que se les recomiende ningún libro suyo. Especialmente éste, que se toma como pretexto a sí mismo, es decir a su obra, se recomienda por sí solo. A Tabucchi le sir ve para reflexionar sobre el arte de la ficción. Aunque yo particularmente creo que el libro trata más de la ficción del arte. Porque a Tabucchi no le interesa tanto cómo se hace una novela, sino por qué se hace. Y por qué esa precisamente y no otra, ese personaje y no otro, esa frase y no otra, el lector. Y las emociones, no hace falta decirlo, son de todo tipo y condición. Y, como los colores, unas pocas son puras y la mayoría extrañas mezclas y combinaciones. También, como a ellos, las altera el tiempo, las apaga y las vuelve desvaídas en ocasiones. Claro que eso depende de la calidad de los materiales que haya utilizado el pintor, o el escritor en su caso. Para reconocer una voz sólo hay que tener oído. Y vista. Y tacto. Y gusto. Y naturalmente olfato. Pero eso es todo. «La cantidad de palabras es limitada, la de acentos, infinita», cita Tabucchi aquí a Diderot. Sólo cabe añadir, la de combinaciones de palabras, también es infinita. Por eso, aunque ya esté dicho todo, siempre se puede decir de otra manera y con otro acento. Y eso es lo que hace Tabucchi en este libro y en los libros de los que trata este libro. Y no olvidemos que lo mismo, dicho de otra manera, nunca es lo mismo. ❙❙❙ El autor alternó en su vida y en su obra la Revolución de Octubre con la universidad de Oxford EDICIONES SIRUELA El acento y la palabra Antonio Tabucchi Autobiografías ajenas Poéticas a posteriori Traducción de Carlos Gumpert Anagrama, Barcelona, 2006 M. A. Se trata de literatura, de alta literatura. Esta es la hipótesis: la obra literaria, en principio la no- vela, aunque es posible que en otros géneros la cosa sea igual, descansa en nuestras facultades sensoriales, ya saben cinco, unas más o menos embotadas que otras, que despiertan de pronto nuestra memoria dormida, la cual pone a su vez en marcha todo el proceso creativo. En algunos casos, el autor es consciente de lo que está pasando, de lo que le está pasando queremos decir, pero en la mayoría, por raro que parezca, ni las huele. Sí, estamos hablando de la magdalena, pero no ha habido sólo magdalenas en la historia de la novela. Un roce, un olor por supuesto, un sonido, pueden desencadenar un pequeño drama interior. Y es frecuente que suceda que sólo seamos conscientes de lo que ha pasado después del desenlace del drama. Es decir, a posteriori. Esta es la idea motriz de las Poéticas a posteriori de Antonio Tabucchi, que titula, con gran precisión y tino, Autobiografías ajenas. Se trata ese principio y ese final, tantas veces intercambiables. Tabucchi tiene una voz propia. No todo el mundo la tiene, de hecho muchos escritores no la tienen. Una voz reconocible, aunque, como él dice, nos sea difícil, más bien imposible, traducir en palabras todas las emociones que suscita en nosotros una voz. Porque se trata de eso. La literatura trata de eso. De suscitar emociones en ❙❙❙ En su último libro, a Tabucchi no le interesa tanto cómo se hace una novela sino por qué se hace 6 Viernes, 23 de junio de 2006 ■ Levante EL MERCANTIL VALENCIANO pd ARTE VERSUS OMNIA Galería Tomàs March «Un solo trazo» «Bibelots» Ricardo Forriols Joan Verdú ACE unos días, circulando por la Avinguda de les Corts Valencianes, mi hijo me dice: «mira papá, están montando la feria». Bendita inocencia. La feria sí, pero de las vanidades. Lo que mi hijo tomaba como dos norias en medio de una gran rotonda no era otra cosa que los rulos esos, o como se llamen, que lleva la Dama de Elche que ha proyectado Manuel Valdés. El engendro es colosal y supongo que estarán acabándolo a toda mecha para la visita del Papa, que no falte de ná. Cosas tan inauditas, tan desaforadas y tan escacharrantes creo que sólo pueden pasar en territorio valenciano y dale maraca, Juanito. Por si no teníamos bastante con el Horror de Dunwich que ha acampado en la Gran Vía Marqués del Turia en forma de aberrantes esculturas (gracias Caixa de Pensions, los valencianos nunca estaremos suficiente agradecidos porque lleváis a Madrid y Barcelona lo mejor del arte contemporáneo internacional y a Valencia traigáis el furry, vamos. A lo mejor es que nos tenéis calados). Y además por si tampoco teníamos bastante con la espantosa escultura de Ripollés, que afortunadamente han colocado en un sitio por el que espero no pasar jamás, pues por si no teníamos bastante, digo, ahora llega la Dama de Elche. La Dama de Elche creo que marcará un antes y un después en la ejemplar carrera de Manuel Valdés. Esta obra sin duda nos mostrará a un Valdés en su justa medida descubriéndolo como lo que es: un fabricante de bibelots. Si sus esculturas en madera: las Meninas (¡venga Meninas!), Madame Matisse en la mecedora (o la de la mecedora era otra, no me acuerdo), etc., ya eran vistas por las mentes más preclaras como lo que eran: unas obritas de joyería y bisutería, la Dama de Elche se nos anuncia como la llegada de los bibelots para encima del televisor. Ahora, aprovechando el filón, se pintan cuarenta o cincuenta cuadros de tan graciosa Dama y a vivir. De entrada no comprendo cómo se le puede conceder credibilidad a un artista sin una imaginería propia, que se dedica a saquear sin rubor la Historia del Arte para encontrar tema para sus obras. Para hacer versiones supongo. Versiones era lo que hacía Miró con los Interiores Holandeses y no esto. Se me dirá tal vez que Valdés practica el apropiacionismo. El apropiacionismo lo practicaba Lichtenstein con gran fortuna (fortuna artística, quiero decir) pero no Valdés. Ha comenzado a salir con El Mundo, dentro de la colección dedicada al are contemporáneo, una segunda parte dedicada a la pintura española. En ella entre Tàpies y Ramón Casas están Manuel Valdés y Lucio Muñoz que también se las trae (¡Líbranos señor de tanta iniquidad!). A Valdés le han dedicado sesudas elucubraciones gente tan preclara come Cosme de Barañano. Valdés vive a cuerpo de rey en Niu Yor. Vende sus cuadros por una pastizara... ¿Qué más quiere Valdés? Déjanos tranquilos un poco, jobar. H Eduardo Ponjuán Ya van unos once años desde que Eduardo Ponjuán (Pinar del Río, 1956), profesor del Instituto Superior de Arte de La Habana y referente del latinoamericano contemporáneo, vino a Valencia en compañía de René Francisco — con quien formó un tándem decisivo en los últimos ochenta y primeros noventa— para impartir un taller cuya propuesta se articulaba en torno a un texto de Thomas McEvilley («Ademán de esgrimir nubes») sobre las relaciones entre forma y contenido. Ahora, con el reencuentro que supone esta su primera exposición en Valencia, Ponjuán presenta una compacta selección de trabajos realizados en los últimos años donde, ya en solitario, sigue insistiendo en la importancia de la obra como resultado de un proceso mental en el que juega con la paradoja y el contrapunto entre el concepto esgrimido y la sensación resultante de la forma, todo ello desde el particular mirador del budismo zen. La muestra, titulada Un solo trazo quizás en referencia a la escritura oriental, la conforman un buen número de obras sobre papel en las que se combinan dibujos, transferencias y pequeños textos como versos de recóndito sentido: «Cualquier deseo a nuestro alcance debe ser considerado como un depósito de nuestro deseo». Esta suerte de koan aparece manuscrito en una de las hojas de un libro de contabilidad marcadas con el encabezamiento «Por diversos conceptos», en las que se van ordenando entradas y salidas como dibujos transferidos de flores, de pin ups, junto con esquemas, gráficos, incluso un posible recuerdo de Malevich (ese rostro negro) y otros textos de semejante calado. Todo ello me ha recordado —ahora que Ponjuán viene de disfrutar de una beca en París— las maneras con que Perec superaba con lúdica proeza los constreñimientos del lenguaje, cualquiera de ellos, para pensar/clasificar el mundo por diversos conceptos. Del mismo modo, llaman la atención el redondo misterio del Limbo o los papeles reunidos por la inscripción No es la mente, no es el Buda, no es nada, en los que una cabeza-péndulo de rasgos orientales flota en el vacío sobre cuencos o cestos. También los trabajos en los que a partir de la idea de cielo se enfrentan cabezas de estatuaria clásica y complejas figuras poliédricas no sé si de cadencia melancólica. Complementando los dibujos, tres dípticos fotográficos protagonizados por el horizonte y la llegada de una ola, su retirada, sobre las piedras del malecón habanero, bajo el cielo de nubes y entre el verde del mar y la espuma. Estas fotos parecen ordenar otra parte de la muestra: la serie más reciente y realizada sobre negra tela asfáltica —«papel de chapapote» que se dice allá— en la que la horizontal del montante de la tela dibuja una suerte de línea que, en combinación con huellas y rastros de presión, del EDUARDO PONJUÁN. GABRIEL PIÑANA. FANNY GALERA. En la muestra de la galería Argenta. proceso, podría recordar a veces la del mar y a veces un paisaje lunar; oscuros paisajes, o no, que se ven anclados de nuevo por textos grabados con letras de molde de tono poético: No hay olas perfectas, Un roce anula al tiempo, Sacarás lotos rojos de la mente; o directamente irónico: No, señor, no, señores. A mí déjenme tranquilo tomarme mi cerveza. Pues eso. Ésta última la suscribimos nosotros también no sin antes recordar que Ponjuán participará desde hoy mismo en las intervenciones en el Palau Ducal dels Borja, en Gandía, mostrando otra parte del arte cubano y ampliando la exposición que en el IVAM da cuenta de una selección del tiempo de las vanguardias en Cuba. Gabriel Piñana Galería d’Arts Perspectiva paisajística inanimada Rosa Ulpiano Después de su primera exposición realizada hace dos años en la Galería Nave Diez de Valencia, Gabriel Piñana presenta su nuevo trabajo pictórico en la galería D’Arts, una suerte de proceso evolutivo de aquella anterior serie titulada Música de las esferas, y que viene a confirmar una constante búsqueda de la perfección, alejada de cualquier resquicio amateur. Y es que Piñana es un artista para quien la pintura constituye una suerte de viaje interior en busca de nuevos paisajes: si aquellas primeras cósmicas esferas representaban un nuevo aliento existencial, ahora son analizadas a través de una inanimada perspectiva paisajística, donde la ausencia de la figura humana, las construcciones clásicas y los desérticos paisajes nos introducen por un inquietante universo metafísico. Las obras de Gabriel Piñana desprenden una tensión existencial, nos sólo ante esta ausencia humana que acentúa más la sensación de soledad y aislamiento, sino a través de ciudades y paisajes metafóricamente malogrados por el hombre, haciéndose de este modo una constante e indirecta referencia al hombre y su compleja relación con la naturaleza. Sánchez, Galano y Galera Galería Argenta La prueba del nueve Armando Pilato La galería Argenta presenta una atrevida propuesta expositiva a partir de la selección de la obra de un artista por parte de un crítico de arte. Así pues, cada uno de los tres críticos ha elegido y presentado —con total libertad— a un creador plástico, atendiendo a diferentes razones. Fernando Castro Flórez, Juan Manuel Bonet y Rafael Prats Ribelles con todas sus diferencias teóricas y formales han seleccionado —respectivamente— a Domingo Sánchez, Miguel Galano y Fanny Galera. El resultado, lejos de constituir una colectiva, se ha convertido en una pequeña muestra de los diferentes lenguajes y modos en los que se puede visualizar la creación artística de la contemporaneidad. Domingo Sánchez Blanco, (Salamanca, 1955), muestra una obra chocante y sorprendente, en la cual se alían escultura, fotografía y vídeo con una finalidad claramente crítica y conceptual. Con una voluntad casi escenográfica, este artista interdisciplinar coloca a sus pájaros metálicos, en este caso aves de cetrería, en el territorio de la condición humana. La complejidad de la propuesta se viste de humor a través de una cuidada producción que no descarta la sacralización de los materiales de desecho sobre los que actúa. Con este proyecto titulado La cueva del otro (el señuelo), Domingo Sánchez revela, también mediante los sonidos, la condición repetitiva y mimética de los condicionantes sociales y su actual degradación relacional y comunicativa. La escultora Fanny Galera, (Valencia, 1973), atraviesa el espacio de la galería con una obra en la que lo público se transforma en privado y viceversa. Una mezcla de materiales (entre los que destacan el uso del hierro, del alabastro, del alambre o de los adoquines) conforman frágiles obras en las que se activan especulares metáforas y anécdotas. Quizá el uso del equilibrio sea el factor fundamental de esta serie de esculturas que reproducen, de un modo evocador y sintético, el verdadero peso y la situación del individuo social. Este registro urbano hace que sus mínimos personajes, algunos en el borde del abismo de las formas ovoides, se vean como juncos habitados por el peso invisible del individuo. El pintor asturiano Miguel Galano, (Tapia de Casariego, 1956), presenta su obra por primera vez en Valencia confirmado por las justas palabras de Juan Manuel Bonet. Una pintura nórdica, entre metafísica y contemplativa, sitúa al espectador ante pequeños fragmentos de paisajes construidos la potencia extraordinaria de sentidos elementos atmosféricos. La capacidad de sinopsis del pintor acaricia, en muchas ocasiones, la más austera representación de la belleza septentrional. En obras como la perfecta Cementerio en Tielves, Munch en Campos, Tarde cantábrica o Libro, Miguel Galano demuestra su cualidad del pintor que arranca desde su propia pintura el quebradizo, y a veces difícil de ver, condicionante de lo conmovedor. pd Levante EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 23 de junio de 2006 7 ARTE Efectos colaterales Lynne Cohen + Bert Danckaert BERT DANCKAERT. Espai Visor Armando Pilato Side Ef fects es la proposición que, simultáneamente, presentan los fotógrafos L ynne Cohen y Bert Danckaert en el Espai (provisional) de la galería Visor. El primero de ellos, artista de la galería, ha invitado personalmente al segundo para mostrar sus respectivos trabajos de una manera conjunta, siguiendo una línea participativa abierta por la sala en la presente temporada. Esta situación de sumandos ofrece la oportunidad de conocer la obra de ar tistas de otras latitudes que, además, transitan por el circuito internacional. De este modo, el coloquio entre los fotógrafos se abre a una serie de similitudes conceptuales, pero Ironía y perversión también a un diálogo contrapuesto. El canadiense L ynne Cohen muestra cuatro obras fotográficas planteadas como un objet trouvé, en cerradas escenas de interiores cargadas de ciertas dosis de claustrofobia. Estos espacios concretos, ceñidos en Galería Paz y Comedias Mavi Escamilla Chaston Club de Jazz Rosa Ulpiano Barroca, mediterránea y rabiosamente irónica es la obra que nos presenta Mavi Escamilla (Valencia, 1961) en el Chaston — nuevo club de jazz ubicado en la calle Sueca de Valencia—; se trata de su segunda personal justicia poética, continuación de aquella primera presentada en la galería Por amor al arte en Oporto, pinturas que recorren desde 1998 hasta el 2002 y en la que incorpora una serie de obsesiones arcaicas y un ilimitado repertorio de claves simbólicas, entre lo instintivo y la sofisticación más perversa. Bajo un aspecto a primera vista kitsch nos encontramos con una pintura desenfadada, nada pretenciosa, de pincelada suelta y muy contemporánea, a través de la cual la artista reflexiona sobre la imagen y su representación. A caballo entre la figuración y el cómic, en su obra surgen unas imágenes nuevas que recrean su propia narratividad, alegorías que se apoyan a través de un vocabulario básico y formal elaborado a base de la superposición de planos, la técnica encaústica, el uso del color y la luz. En Justicia poética II, Mavi Escamilla conjuga experiencias LYNNE COHEN. personales con referencias a la cultura popular, el arte, los medios de comunicación y el consumismo. En todas estas obras hay una narración abierta que retoma tanto imágenes del cine como de la publicidad, ilustración de libros, tebeos, a la hora de abordar asuntos extra-artísticos de manera irónica, taciturna, e incluso per versa. Influenciada por la estética pop, a través de estas metáforas —boxeadores, animales en lucha, corazones tatuados...— pervierte significados y medios en el cuestionamiento de los postulados éticos y estéticos de la sociedad actual. Abelardo Muñoz Visitar la galería de arte Paz y Comedias es toda una experiencia. Estos días, mucho antes de asombrarse con la obra del joven Rorro Berjano (Badajoz, 1979) fruto de sus viajes a Ciudad Habana, uno tiene la ocasión de subir a la sala en un ascensor de película de Hitchcock. Quedan ya pocos así, con sus cancelas metálicas, sus chirridos de locomotora en vertical, un surrealismo que envuelve el edificio modernista y que continúa en las sincréticas estancias de la exposición de Berjano. Un asombroso mundo de imaginería afrocubana pasado por el tamiz de un artista escéptico y astuto. Porque este chico de 27 años ha realizado tres viajes iniciáticos a la ciudad más enigmática del Caribe y lo que se ha traído consigo no han sido cocoteros o caimanes. Su mundo pictórico — un malla caótica de collages, imaginería pop, objetos reutilizados y pinturas enloquecidas— recorre lo más fascinante de la ciudad: el sincretismo cubano, madre de todos los oficios y fiestas, públicas o secretas que se celebran en la isla. La exposición de Berjano es pintura y es instalación a un tiempo. Una imagen de San Lázaro, rodeado de perros y cirios, nos abre a un universo recargado, un diseño kistch, de ironía naif, y con empleo de materiales dudosos para la elaboración de ciertas obras. La pieza En la bahía de la Habana está pintada con los restos de su fuel real; esa pasta negra que contamina las aguas del Caribe. Puede verse una foto del autor, con petróleo hasta las cejas, en el muelle de la Habana, frente a su cuadro acabado. Al igual que las Antillas de García Márquez, poco paradisíacas, mez- una especie de crionización, las imágenes de las composiciones unifican diversos escenarios y conductas que parecen otorgar una falta absoluta de definición sobre el lugar y su propiedad real o mental. Esta serie, denominada Laborator y y que comenzó en 1987, ha sido califi- cada como la visión interpretativa de «una frontera universal donde lo único común es la capacidad de asombro al ver, descontextualizados, esos espacios creados para ser útiles y que, sin embargo, parecen no servir a nada ni a nadie». Por su par te, el belga Ber t Danckaert presenta tres trabajos de su serie Make sense, un work in progress numerado realizado desde el año 1996. En estas composiciones el fotógrafo armoniza algo parecido al paisaje con una suerte de naturalezas muertas, creando así espacios exteriores de los suburbios de las grandes ciudades. La banalidad de sus temas, el toque humorístico entre lo artificial y lo real, y la pulsión de lo existencial rozan, de una manera selectiva, la esferas del teatro congelado del absurdo. Ambos ofrecen, en estas sorprendentes imágenes, su manera de entender el espacio, mostrando el efecto transformador que realiza constante y pesadamente el individuo en su entorno vital. Esa posición neutral de los dos fotógrafos, alejada de cualquier actitud documentalista, actúa paradójicamente como el diente de la rueda que más allá del carácter metafórico y conceptual se convierte en una sensitiva graduación tonal llena de partículas conceptuales, sociales y políticas. Sucia Habana Rorro Berjano cla de pesadilla tercermundista y mundo mágico evanescente, la Habana de Rorro Berjano es un caos que tiene música, como esa Habana Tunning en la que retumban dos altavoces, o Guanabacoa Connection; cuadros que emanan desasosiego y crítica social; pavor vudú reflejado en los ojos de cristal de una cabeza de antílope africano que sale de un cuadro, en abierta provocación espacial. Hay un montón de fotografías que muestran que este pintor no se dedicó solo a pintar en la prodigiosa ciudad. Cual viajero conradiano, el extremeño se ha sumergido entre las gentes, los negratas habaneros que son mayoría y recogen el espíritu lejano de las selvas sensoriales. Borjano es un pintor que encantaría a Bretón y sus amigos, pues sus cuadros poseen una mezcla de inocencia y sarcasmo que sólo ofrecen los buenos artistas. Vale la pena aventurarse en el ascensor estilo imperio del edificio de la calle Comedias, tan difícil de encontrar como a los buenos creadores, para disfrutar de su fresca obra. Viernes, 23 de junio de 2006 ■ Levante EL MERCANTIL VALENCIANO 8 pd N.º 558, AÑO XIV / 23-VI-2006 Suplemento Cultural Coordinadora: Arantxa Bea Arte: Juan Lagardera. Música: José Ricardo Seguí posdata ESCRITS CORSARIS Xènius Josep Ballester decidit fer una volta de campana a la vida que havia dut. No fou tan ràpid, però la transformació que iniciava ja no tindria camí de tornada. Rebutjava una part fonamental d’un ideari que havia teixit dia a dia. Inclús canviaria de llengua i de nació, aquella que tant havia enaltit. Ell, però, es considerava un home universal, un àngel entre els humans, per tant podria refer la pell com ja havia demostrat en més d’una ocasió en la llengua de Cervantes o en la de l’estimat Daudet. El motiu darrer d’aquesta metamorfosi no el sabem. Era com pegar-li la volta a un mitjó. Un no canvia de llengua com canvia de camisa. La cosa, però, sembla que anà d’aquesta manera. En un moment determinat hi hagué com un preludi, un inici cap al penya-segat més fosc. Quan va faltar el seu protector, Prat de la Riba, l’ambient començà a capgirar-se. Amb el nou president de la Mancomunitat, Josep Puig i Cadafalch, no va sintonitzar gens. Podríem dir incompatibilitat total de caràcters. Les reticències eren més que evidents. La incomprensió mútua va anar edificant un mur cada vegada més alt. A més, l’intel·lectual no amaga gens el seu flirteig amb el moviment sindicalista. Això no li fa gens de gràcia a la burgesia que el sostenia. Així a causa de la vaga general, La Veu de Catalunya no va eixir al carrer, però l’escriptor no es pensà ni un moment de publicar en ciclostil les Gloses de la vaga, això era la primavera de l’any 1919. A més, va realitzar algunes conferències tot explicant el seu entusiasme per la posició dels sindicats. El fil es tibava una mica més. Al començament de l’any següent se li comunica que ja no se li seguirà publicant l’ar ticle diari que durant catorze anys se li havia editat. De seguida va venir la seua dimissió del càrrec de director d’instrucció pública. La contestació de la Mancomunitat H AVIA ❙❙❙ Quan va faltar el seu protector, Prat de la Riba, l’ambient començà a capgirar-se fou l’acusació de malversació de fons i l’expulsió de la secretaria de l’Institut d’Estudis Catalans. I la qüestió va anar a més. Es va produir una defenestració en tota regla i a nivell públic, fins i tot els deixebles que tenia es van revoltar i l’atacaren com gossos rabiüts. Els improperis que se li llançaren a sobre no van ser cap broma. Ell, Eugeni d’Ors i Rovira que havia estat l’impuls i l’ànima d’un moviment regeneracionista del país. En aquells moments se li negava el pa i la sal. Però ara tornem anys enrere, l’1 de gener de 1906, encara no ha fet els vint-i-cinc anys, i inicia a les pàgines de La Veu una columna gairebé diària que es convertirà al llarg del temps en el seu trampolí i en el seu púlpit: d’una projecció extraordinària. Es tracta d’uns textos d’actualitat cultural i política de gran volada, segons va assenyalar ell mateix, pretenia remarcar «les palpitacions del temps» i «extraure la categoria de l’anècdota». Aquestes proses entre l’assaig i la divagació van deixar una petja important en els lectors, que aleshores eren legió i en la promoció literària de l’època. Des d’aquesta tribuna llança uns ideals cívics que compartia amb el nacionalisme naixent i elabora una doctrina estètica que ell mateix anomena Noucentisme. Prompte va ser enviat com a corresponsal a la Conferència Internacional d’Algesires i, més tard a París, on a banda de continuar amb les col·laboracions a la premsa, aprofundeix en els estudis de Psicologia i Filosofia. D’aquesta manera ens el trobem al Congrés Internacional de Heidelberg, on va llegir dos treballs, Religio est libertas i Le résidu dans la mesure de la science par l’action i, al de Bolonya, l’any 1911, on presenta una comunicació que titulava Le curiosité. Durant aquells anys, però, no para en la seua formació, no deixa de sovintejar cursos de Langevin, Bergson o Émile Boutroux, i, així mateix, en l’exposició de les seues pròpies idees: conferències sobre temes de lògica i metodologia de les ciències, tota mena de papers en congressos a Ginebra o a l’Haia. A banda, dels viatges com amatent de la cultura del centre d’Europa. Tot això es veia reflectit en les cròniques a la premsa. Després la seua evolució és la que tots sabem. Dolgut en el seu orgull, no va escriure mai més en la seua llengua i l’any 1923 s’establí a Madrid. El desarrelament el va portar no sols a l’abandó del català sinó a formar part de la intel·lectualitat, de la poca inteligentsia de prestigi que formà part del govern rebel de Burgos i del règim que s’imposa en acabar la guerra d’Espanya. Així el trobem com LEVANTE-EMV ASSAGISTA. Eugeni d’Ors (Barcelona, 1881-Vilanova i la Geltrú, 1954). a cap de la Jefatura Nacional de Bellas Ar tes on fou qui va gestionar el retorn dels quadres del Museu del Prado dipositats a Ginebra durant el conflicte bèl·lic. Des de la defenestració, hi ha hagut tres grans escriptors que l’han tractat tot fugint de l’hos- tilitat. D’una banda, l’equanimitat de judici d’un Carles Riba on comenta el Glosari o la glossa com a ésser viu, «és com un ésser íntegre, vivent, amb els seus centres de sensibilitat i la seva xarxa nerviosa, la seva circulació en perfecte cicle, el seu respir i —summa inefable de la seva individualitat— diríeu que un seu nom». L’opinió ben incisiva de Josep Pla que en un dels seus homenots parla dels grans errors de la classe política respecte dels seus homes de lletres. Comenta dos casos ben coneguts, «(...) L’error Verdaguer contribuí a donar un gran impuls a l’anarquisme ingènit del país. L’error Ors contribuí, amb la ruptura de la unitat intel·lectual, al retorn de l’amarg escepticisme de la decadència». D’altra banda Joan Fuster també digué la seua en una sospesada revisió: «I, repetim-ho, ¿era tan poca cosa allò que Catalunya perdia en perdre l’Ors? En tot cas, els seus detractors foren mals profetes. Si en un prestatge de llibreria alineàvem les obres publicades per Eugeni d’Ors en castellà i en francés després de 1920, i al mateix temps pensàvem que tot allò podia haver estat escrit en català, en tindríem una resposta. I no entre ara a discriminar el sentit últim que inspira aquella enorme i reverenciable paperassa: basta que considerem que és el suport d’una literatura d’un to perfectament normal, a l’europea, i que es tracta d’allò que se’n diu literatura d’idees. Fixem-nos, ara, només en aquest punt. I observem de seguida que no sols ens afecta el buit que hi deixà l’Ors, l’absència de l’Ors, sinó més encara el fet que ningú no va saber substituir-lo». Crec que és ben clara l’errada que la classe dirigent va tenir amb el nostre personatge, però això ens hauria de posar l’oïda a l’aguait en altres casos que podem tenir ben a prop, i de vegades, sols cal gratar una mica. Sense cap mena de dubte, el Glosari és la seua gran aportació a la literatura. Una espècie de dipòsit d’on sorgeixen les obres que va produir com La Ben Plantada (1911), Gualba la de mil veus (1915), la sèrie Oceanografia del tedi (1918) o aquelles que va publicar en castellà i que després va recollir en un llibre, Tres horas en el Museo del Prado (1922) que li donaria renom internacional com a crític d’ar t. El textos que treia a la llum a la premsa sempre eren un intent de crear un estat d’opinió. Es tracta d’unes proses enginyoses, llampants i sovint incisives a mig camí entre l’assaig curt, els articles de pensament i l’aforisme dins de la tradició d’un Montaigne, però sobretot més a prop d’un Nietzsche. És molt possible que no ens interesse el personatge, sovint ben díscol i d’una vanitat superlativa, una mòmia encara avui incòmoda, però, ningú no negarà la producció literària. Aquell intent de confeccionar una espècie de diccionari filosòfic por tàtil. Una mena de brasseur d’idées. L’artefacte anomenat glosa. pd