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Levante EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 23 de junio de 2006
pd
1
Narrativa
p o s d at a
Suplemento Cultural
William Gerhardie publicó
«Inutilidad» en 1922, una obra
sorprendente y disparatada
ambientada en la Rusia de los
años veinte (pág. 5).
Parnaseo es la primera colección española que se edita a la vez en tres formatos: papel, «pdf» y «ebook»
Llegan los libros electrónicos
Ana Gimeno
La colección Parnaseo de la Universitat de València inaugura una
nueva forma de entender la edición de libros. Es la primera iniciativa en España de edición simultánea en tres formatos: papel,
pdf y ebook. Esta fórmula, según
indican sus promotores, permite
tiradas ajustadas a la demanda porque el coste final de cada ejemplar
se mantiene independiente del número de ejemplares impresos, libera al editor del problema que en
la actualidad significan los stocks,
facilita una consulta desde cualquier ordenador conectado a internet y la publicación en papel de
textos menos comerciales que requieren de una tirada reducida.
Los tres primeros libros editados en esta nueva colección, que
forma parte de las ediciones del
Servei de Publicacions de la Universitat de València, «tienen en común que son textos sobre literatura
española medieval, renacentista y
de los siglos de oro, sobre todo para
especialistas, estudiosos o investigadores, que en una editorial comercial difícilmente podrían editarse», afirma Josep Lluís Canet,
director de Parnaseo y profesor
del Literatura Española en la Universitat de València.
Todo el proceso de edición de
la colección, explica Canet, «es en
formato digital, en lugar de fotolitos preparamos el documento en un
formato pdf para llevar a imprenta
y se pueden realizar tiradas cortas
que se repiten si la demanda lo exige, sin que el coste por ejemplar sea
distinto». El formato pdf limitado,
como el que ofrece Parnaseo, permite leer el libro de forma gratuita a través de internet desde casi
cualquier lugar del mundo. A través de Parnaseo «los libros editados aparecen en todos los buscadores y de este modo se hacen visibles
fácilmente al investigador», dice
Canet. De los tres formatos escogidos para editar los títulos de la
colección Parnaseo, el formato papel es el más conocido, el formato
pdf limitado es un formato de consulta gratuita, permite únicamente la lectura a través de la pantalla
del ordenador, pero no es posible
la impresión de los textos ni copiar
y pegar fragmentos. En cambio el
❙❙❙
La edición en «pdf»
limitado permite
leer el texto de
forma gratuita a
través de internet
formato ebook, de pago, es similar al pdf pero es una edición de
trabajo, que permite imprimir los
textos, realizar búsquedas automáticas de palabras a lo largo de
las páginas del libro y copiar y pegar fragmentos. La compatibilidad
del ebook y del formato papel «es
posible porque los precios del formato papel son económicos, de
modo que resulta mejor comprar el
ejemplar en papel que imprimir
una copia del libro completo o encargar una fotocopia», explica Canet. El ebook es muy útil para una
actividad investigadora, para estudiar el texto en profundidad y
desplazar la atención de unas páginas a otras en busca de términos, conceptos o nombres de interés para el estudioso con ayuda
del buscador automático. Este tipo
de ediciones «son ideales para libros de calidad que difícilmente entrarían en los circuitos comerciales», añade Canet. En papel la tirada inicial es de 120 ejemplares,
«aunque se van imprimiendo más
conforme se necesitan, y así no hay
que almacenar ejemplares». Pero
lo que distingue esta iniciativa de
una edición tradicional es la difusión que alcanzan los textos. Poner a disposición de los investigadores de cualquier lugar del mundo obras de la literatura española
medieval, renacentista y de los siglos de oro, «aportar textos literarios a la colectividad investigadora
es una de las funciones no sólo de la
colección sino del propio proyecto
Parnaseo», afirma Canet.
La colección Parnaseo ha nacido del proyecto de investigación
del mismo nombre que desde
hace varios años dirige Josep Lluís
Canet desde el departamento de
Literatura Española de la Universitat de València, con la financiación del Ministerio de Ciencia y
Tecnología. Tanto el proyecto
como las ediciones de la colección
Parnaseo, recién inaugurada, pueden consultarse en www.parnaseo.uv.es, una página que cuenta
con más de cien mil visitantes
mensuales y que «nace de la petición que nos hacen bibliotecas e investigadores que necesitan consultar estas obras». En la web también
se encuentra literatura sapiencial
y una gran base documental sobre
teatro español e hispanoamericano, facsímiles de libros de caballerías y una revista de teatro contemporáneo. Además, el proyecto
Parnaseo pone a disposición del
estudioso una base de datos de teatro valenciano contemporáneo,
en colaboración con la Academia
Valenciana de la Lengua, sobre
carteles teatrales del siglo XIX con
más de 3000 ejemplares y ediciones facsimilares de textos de la literatura española de difícil acceso.
Los primeros tres títulos de la
colección Parnaseo ya han sido
editados en los tres formatos mencionados. Seniloquium, de Diego
García de Castro, con traducción
y edición crítica de Fernando Cantalapiedra y Juan Moreno, una colección manuscrita de aproximadamente quinientos refranes glosados en castellano del último tercio del siglo XV y unas cuatrocientas sentencias en latín, casi
con toda certeza el primer refranero de la lengua española. Hasta
el momento sólo se había publicado la lista de sus refranes, como
obra anónima y Fernando Cantalapiedra y Juan Moreno ofrecen en
este trabajo que edita Parnaseo la
primera edición crítica completa
de la obra, atribuyéndosela a Diego García de Castro.
Otro de los libros de la colección es Cuatro ensayos sobre Gabriel Lobo Laso de la Vega (15551615) de Jack Weiner, un trabajo
sobre el autor Gabriel Lobo, desconocido en nuestro tiempo pero
poeta de renombre en su época,
respetado por Cervantes, y autor
fecundo considerado excelente
ejemplo de poeta renacentista español. Y el último título editado por
Parnaseo hasta el momento es un
interesante trabajo de Juan Francisco Maura titulado Españolas de
ultramar en la historia y en la literatura, con singulares ilustraciones de Hernando Maura, y del que
ya se han registrado 6000 descargas en internet en la página del
proyecto Parnaseo, un hecho que
muestra el interés suscitado por la
obra. El libro da cuenta de las acciones de las mujeres aventureras,
madres, soldados, virreinas, gobernadoras, adelantadas, prostitutas, empresarias, monjas, escritoras, criadas y esclavas en la expansión ibérica ultramarina entre
los siglos XV al XVII y relata su intervención en la conquista del
Nuevo Mundo, en los primeros
textos de la exploración y la conquista, en la vida intelectual, política y bélica, que ha pasado desapercibida para la historia.
Entre los nuevos títulos que
prepara la colección Parnaseo se
encuentran el Libro de la cámara
real, de Gonzalo Fernández de
Oviedo; Iconografía teatral, de Alicia Álvarez; el texto medieval
Ejemplario y un trabajo sobre las
relaciones teatrales entre España
e Italia, explica Canet.
La colección recién estrenada
viene a completar uno de los objetivos del proyecto Parnaseo,
contribuir al acceso universal a la
literatura, poniendo a disposición
de investigadores y del lector interesado, ejemplares que por no
ser productos rentables en el mercado, pemanecen en oscuras e
inaccesibles bibliotecas acumulando polvo y guardando en silencio los secretos de nuestra literatura y de nuestro pasado.
2
Viernes, 23 de junio de 2006 ■ Levante EL MERCANTIL VALENCIANO
pd
LLIBRES
Música i erotisme en la veu de José Mas
Clarividència
J. Ricart
Fa qüestió d’un any vaig tenir
primer l’oportunitat, i després
el plaer de ressenyar per
aquesta mateixa casa el que seria, potser, un dels millor poemaris de l’autor. Em referisc a
Orquesta de sombras de José
Más (València, 1939), catedràtic, crític i també autor de quatre reculls. En aquest nou llibre
el que a priori crida l’atenció és
l’ambigüitat del seu títol, que
pot confondre l’ingenu lector.
Efectos especiales no designa
els trucs del cinema, sinó, tal
com llegim en les primeres pàgines, fa al·lusió a accions com
viure, estimar, somniar, sofrir i
morir, imprescindibles en
aquesta comèdia, que segons
el poeta (i molts altres) és la
vida.
Aclarit això, passem a analitzar els principals eixos temàtics. En primer lloc hem de
constatar una sèrie de poemes
que fan de frontissa amb el recull adés assenyalat, i que té
com a leitmotiv la música. Tan
sols alguns del títols ens poden
fer una idea Seguidillas encubiertas, Duo para soprano y ruiseñor o Tocata i fuga.
Però la principal novetat (i
també peculiaritat) és el for t
erotisme que desprén molt
dels seus versos. Poemes com
Desolación, Milonga, Pasa una
voz o versos il·lustratius com
«Mi mano buscaba / entre el deseo y la parálisis / acariciar tu
seno izquierdo»; o aquest altre:
«Los dedos que tocan / y que
leen, / y que exprimen su per fume». Un erotisme molt suggerent a força, primer de potenciar sinestèsicament l’olfacte,
la oïda o el tacte; i segon, de
deixar de banda les metàfores
visuals i/o la riquesa cromàtica (recordem la seua invidència). Com diria Aleixandre, «en
mi limitación me siento libre».
Un exemple paradigmàtic podria ser: «A través de tu voz apagándose/ sentí el sabor de tu
pelo /el calor entregado de tu talle y tus manos / y el olor indecible de tu anhelo».
Josep Mas
Efectos especiales
Renacimiento, Sevilla, 2006
Júlia Zabala parla de la identitat i de la incertesa en «El cercle de les ànimes»
Contra la deshumanització
J. Ricart
Tot escriptor (llevat del genis, i
d’aquestos en queden pocs) es
va fent línia a línia, pam a pan en
una interminable recerca personal capaç de destil·lar el millor
de la seua veu, fins al punt de
sentir-la com a pròpia, i poder-la
diferenciar de la resta. Això és el
que sembla que ha succeït amb
el temps amb Júlia Zabala
(València, 1975) una poeta que
malgrat la seua relativa joventut,
ha sabut fer-se poc a poc un nom
imprescindible en les noves generacions, i aparéixer en les principals antologies i esdeveniments literaris.
Amb el seu nou lliurament pareix abandonar, i després transcendir el «jo» intimista i femení
dels seus tres treballs anteriors
cap un «jo» més universal.
Aquest encertat canvi no ha estat fortuït, sinó que suposem era
inevitable, ja que gran part de la
seua producció havia caigut en
un cul-de-sac. I de fet, podem afirmar, sens dubte, que se n’ha eixit amb molt d’èxit (amb el doble
sentit etimològic de la paraula).
El cecle de les ànimes és un recull de quaranta-quatre peces intitulades; dividit en dues parts
quasi simètriques, i dotat d’un
ritme constant i ple de constrastos. Per exemple, poemes d’escasses línies, però amb la llargària del vers lliure, o ex abruptes
sintagmàtics que tenen com a
contrapunt arrodonits i polits
versos, com pedres precioses
d’un epigrama.
El seu tema principal és el
sentiment d’estranyesa de l’home davant d’un món cada cop
més deshumanitzat. Així podem llegir versos reveladors
que plantegen la pèrdua de la
identitat —«Em miraré les mans
i no les coneixeré»—, la incertesa —«No sabrem quina és la nos-
tra / missió fins que no l’haurem
complit»—, l’estancament acomodatiu de gran part de la nostra societat: «El món està ple de
paralítics que viuen en la contemplació / delectant-se en la
seua immobilitat, sense saber
que podrien / volar sense ales
com tu i jo».
En resum, un descrèdit de caire nihilista: «La primavera, la
pluja, la Via Làctia, les oliveres
els / poemes, els somnis, els
morts… tot és mentida»; un escepticisme que cristal·litza en
colpidores imatges com «El
demà és una cova plena d’escorpins», i que tans sols s’atempera
cap a la fi del llibre. La poeta busca la redempció i consol en dos
pilars: l’amor —«L’única certesa
que em queda és l’entusiasme dolcíssim i incorregible amb què /
creus en mi»— i per altre costat,
l’experiència estètica, tal com defensava Cioran: «I és que només
Júlia Zabala
El cercle de les ànimes
Premi Màrius Torres 2004
Pagès editor, Lleida, 2005
El clam poètic contra l’horror d’Albert Hernàndez i Xulvi
Un crit que ens lliga a l’humanitat
A. Hernàndez i Xulvi
Las ramas del olmo oscuro
XXIV Premio de Poesía Francesc
Badenes Dalmau
Germinal, Valencia, 2006
Antoni Zaragozà
Conta l’escriptor Manuel Rivas
que Elias Canetti, durant una
conferència pronunciada a Munic el 1976, donà a conéixer la
troballa d’una nota anònima,
datada poc dies abans de la Segona Guerra Mundial. El text,
breu i pretensiós, deia: «Ja no
n’hi ha res a fer. Tanmateix, si
jo fos un escriptor de debò, deuria de fer per poder impedir la
guerra». I el mateix Canetti és
qui, en un dels seus treballs,
ens deixà escrit com el vienés
Karl Krauss, s’oposà a la injusta desraó bèl·lica que féu esclatar la Primera Guerra Mundial, emmudint. El seu silenci,
però, tenia la força d’una proclama.
Com afirma Ramon Guillem
al pròleg d’aquest poemari, Albert Hernàndez escriu des de
«la ràbia, la impotència i l’amargor que provoca la guerra,
de la necessitat d’expressar una
íntima lluita contra la injustícia i l’angoixa, contra el dolor i
les vides perdudes, contra la
mor t». Per a l’escriptor catarrogí, no tot està ja dat i beneit
ni és millor el silenci acusador.
Les branques de l’om fosc és un
crit, com el que expressa Edvard Munch en la seua pintura,
que resisteix al silenci còmplice de la quotidianitat insensible
i desmenjada, un clam contra
l’«horror mut», una exclamació
punyent. És el crit compromés
que el lliga a la humanitat.
I és que en diferents poemes
es tracta la ceguera, com Ojos
para qué os quiero on el poeta
escriu: «Para ir más ligero de
equipaje / en el viaje / me he
arrancado los ojos y su biografía». Versos sobre la vida, l’amor, la solitud, l’absència i també alguns poemes, en apariència dispar, però que presenten
com a comú denominador la
mort. En aquest bloc hem d’esmentar per las seua singularitat, Nana con extravío (una
tragèdia lorquiana), Elegía reciente (a César Simón) o Los gallos de Bagdad (contra la barbàrie de la guerra).
Una volta més, Mas s’ha superat a si mateix. Si semblava
impossible igualar o superar el
seu darrer treball ens enganyàvem. Efectos especiales
pareix explorar una nova veta
poètica, més lliure, més personal i més diversa. Fins aleshores continuarem gaudint de
la seua inusitada clarividència.
la bellesa ens salvarà / d’aquesta
resposta que és la nostra vida».
Referències bíbliques, enumeracions que recorden els versicles, però sobretot la quantitat
i qualitat de les metàfores, moltes d’arrel aràbiga (recordem els
estudis de la seua autora): «Els
teus ulls són les portes de la ciutat que hauré de travesear aquesta nit», o «La tendresa és observar les estrelles i no saber que estan mor tes». Uns poemes que
guanyen en profunditat, i que de
vegades assoleixen una dimensió metafísica, quasi mística,
sense perdre de vista els límits
de la fisicitat.
El cercle de les ànimes sembla
ser un punt d’inflexió, i potser, de
reflexió del nou rumb de la veu
poètica de Júlia Zabala. Un llibre
que soprendrà els seguidors de
la seua trajectòria, i que captivarà
aquells que la descobreixen per
primera volta. No debades l’escriptora s’uneix amb dret propi a
la la llarga llista d’altres poetes
valencians com Ricardo Trigo,
Josep L. Roig, Antoni Albalat o
Elies Barberà que han aconseguit guanyar aquest prestigiós (i
també suculent) premi.
Ara, l’Editorial Germinal acaba de publicar Las ramas del
olmo oscuro, la versió en castellà
d’aquest poemari, guardonat
amb el XXIV Premi de Poesia
Francesc Badenes Dalmau-Vila
d’Alberic, 1996. La traducció,
correcta, i revisada pel mateix
autor, ha estat a càrrec d’Ana Padilla, qui també ha passat al castellà la novel·la Temps de fang.
L’edició d’aquest llibre, elegant
i acurada, compta amb un valor
especial afegit: ha estat elaborada amb traça per les mans artesanes de Diego Àlvarez. I, a
més, bona part dels poemes han
estat bellament musicats per Vicente Miguel Peris i cantants
per la veu colpidora de la soprano Francisca Ortí Viñes.
Tot un esdeveniment literari que no deixarà impassible
cap lector.
pd
Levante EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 23 de junio de 2006
3
LIBROS
Una obra legendaria en los límites de la poesía
Al pie de la letra
Stéphane Mallarmé
Herodías
Edición y traducción de Antonio y
Amelia Gamoneda
Abada, Madrid, 2006
Chema de Luelmo
Nos han llegado de él algunas fotografías de estudio, francas y
bien iluminadas, pero, como tantas veces sucede con la pintura,
la verdad del personaje parece
encontrarse más bien en ese retrato mínimo realizado por su
amigo Manet, una madeja de
manchas y trazos que lo muestran en un ademán mórbido, embriagado por el humo o por
quién sabe, recostado sobre una
❙❙❙
Mallarmé quiso
trascender toda
insuficiencia y toda
contingencia, quiso
tocar la belleza
perfecta del lenguaje
y acabó sucumbiendo
en el intento
pared forrada de tafetán floreado. Decía Benjamin que el interior doméstico es al burgués del
XIX lo que el estuche al objeto,
un espacio ahormado, mullido,
a la medida exacta de sus hábitos, y la tarea ensimismada de
Mallarmé parece encontrar en
esa comodidad espesa su templo
privado. No es ya suya la ebriedad portátil de Baudelaire, siempre tras el destello y la transfiguración del detalle mundano,
sino la búsqueda constante de la
palabra que encaje en el texto
sin holgura ni aleatoriedad alguna, de un habla a resguardo
del barullo social. Una labor de
franela y tabaco, de indagación
callada, cuya muestra más característica es este Herodías, poema de una ambición absoluta
que, pretendiendo portar todas
las maravillas del mundo, acabaría siendo apenas un pecio
cargado de fragmentos.
Según Pavese, es «el ansia de
realidades espirituales desconocidas, presentidas como posibles»,
lo que mueve a un poeta a forzar
los límites de la expresión. Mallarmé quiso trascender toda insuficiencia y toda contingencia,
quiso tocar la belleza perfecta
del lenguaje y acabó sucumbiendo —parábola por excelencia— en el intento. La que planeó como su obra suprema le lle-
LEVANTE-EMV
EL AUTOR. Mallarmé en un retrato de Edouard Manet realizado en 1876.
varía desde octubre de 1864 hasta el 8 de septiembre de 1898, día
anterior a su muerte, en una
pugna que queda reflejada en su
correspondencia a lo largo de todos esos años: «Herodiáde es la
obertura, pero de una pureza que
el hombre no ha alcanzado y no
alcanzará quizás nunca»; «tengo
pues, por referir te, tres meses
(…) ¡Los he pasado encarnizado
sobre Herodiáde, mi lámpara lo
sabe!»; «vuelvo a Herodiáde, yo
la sueño tan perfecta que no sé si
existirá jamás». Los cuadernos
de notas corroboran esa práctica eternizada, conservan las infinitas trazas del vuelo rasante
del lenguaje, de sus titubeos y
renuncias, de aquellos versos y
palabras que se estrellaron sin
remedio; en ocasiones, a cierta
distancia, la indagación febril adquiere en ellos el aspecto de una
de esas fisonomías de Giacometti, cien veces contorneadas,
mil veces insistidas, hasta llegar
a una desfiguración total.
Una recopilación de aforismos del autor de «El quadern gris»
¿Pla portátil?
Justo Serna
Josep Pla hizo de su escritura un
ejercicio periódico, una urgencia creadora y compulsiva, una
observación cuidadosa del mundo. Cursó estudios, pero esas letras le sirvieron sobre todo para
hacerse escritor de diario. En el
doble sentido de la expresión: de
periódico y de cosas ordinarias.
Comenzó colaborando en la
prensa para lograr un medio de
vida, pero la escritura noticiera
no fue sólo algo alimenticio. Cultivar el periodismo le permitió
obtener una recompensa contemporánea: saberse leído. Si se
tienen aspiraciones literarias y
se escribe en los diarios, el prosista se esmera cada día, pues
deberá mirar con cuidado, captar la atención de los lectores,
impresionar a unos destinatarios infieles o mudables, interesados quizá por los competidores de aquél. Ha de afanarse...,
volcándose expresa y personalmente en esa literatura que son
apreciaciones del mundo aunque también revelaciones de un
yo observador.
Los libros de Pla vendrán más
tarde, pero muchas de dichas
obras serán recopilaciones recicladas, una bala de papeles ori-
ginariamente precarios, caducos. Ahora bien, esa escritura periódica no será algo accidental,
adventicio, sino su forma misma,
la más elevada y constante, de
hacer literatura, su manera de
expresarse, su modo de enfrentar las intemperancias de la vida.
El artículo, la crónica, el reportaje le permitieron desarrollar
una agudeza espectadora, el destello perspicaz, la puya irónica, la
cultura y el adobo, que no la retórica hinchada. Pero Pla no se
conformó. Escribió novelas incluso, un género para el que fue
incapaz, quizá con el secreto objetivo de alcanzar la gloria literaria que la prensa creía que no le
daba. Sólo El quadern gris (1966)
le redimirá: ni es novela, propiamente, ni es atadijo de textos periodísticos. Es un dietario, una
escritura del yo, una puesta en
orden cronológico de lo que fue
su primer pasado, sometido, eso
sí, a la reescritura de un tipo ya
maduro, una reescritura que es
la disipación del verbo, la gran
obra serial: la construcción de un
mundo con el que testimoniar,
con el que captar y retratar lo que
él veía o creía ver. Pero esa escritura caudalosa, esa grafomanía, fue también una impresión
de sí mismo, una manera de manifestarse y de rematarse, de hacerse en el acto de escribir, retocándose; y fue un modo sentencioso de definir lo que apreciaba
o repudiaba.
Ahora, la editorial Edhasa
acaba de publicar un breviario
que reúne parte de esas Sentencias e impresiones planianas diseminadas a lo largo de su obra.
Son sobre todo descripciones
económicas y opiniones contundentes hechas bajo la forma del
aforismo. Ya lo sabemos: un aforismo es una proposición, ingeniosa o doctrinal, concebida
para establecer normas o reglas
a seguir en la filosofía o en la moral o en el arte o en la vida. Cada
una de dichas sentencias cobra
una forma definitiva, inmodificable: es así y no consiente ni su
parafraseo ni su explicación ni
su prolongación ni su glosa. El
aforismo está muy cerca de la
poesía, por la reducida extensión de sus enunciados, por la
sonoridad y el ritmo, pero también por la estratégica colocación de las partes: en lo breve no
hay tiempos muertos ni ganga;
en lo breve, cada una de las piezas cumple una función decisiva
e inmodificable.
Josep Pla
Sentencias e impresiones
Prólogo de Valentí Puig
Edición de Andrés Gómez-Flores
Edhasa, Barcelona, 2006
El responsable de esta edición, Andrés Gómez-Flores, ha
rastreado entre la copiosa producción planiana para reunir un
manojo de aforismos que dan un
retrato par ticular: en el libro
aparece un tipo realista, contradictorio, descreído, conser vador, lúcido, misántropo. Por esa
misma brevedad, cada uno de
dichos aforismos funciona por
separado y, por eso, pueden ser
objeto de colección. Al no haber
una estructura común, las sentencias no se sostienen entre sí
de manera sistemática y son so-
A esos cuadernos ha habido
que acudir para recrear la aventura de Herodías, y si de tal recreación sólo puede obtenerse
una mera hipótesis, qué decir
entonces de su traducción. Antonio y Amelia Gamoneda han
asumido la extraordinaria dificultad de la empresa, dejando
bien claro en el prólogo que la
suya es una propuesta especulativa, dúctil, sin mayor pretensión académica. Alterado el ritmo y la extensión de los versos,
anulada toda rima, completados
los (numerosos) pasajes incompletos, el producto resulta,
cuando menos, desconcertante, y así las cosas nunca se agradecerá lo suficiente que la edición sea bilingüe, bien para
constatar la precariedad de las
matrices, bien para cotejarlas
con su versión castellana y quedarse, al final, con ellas. No hay
que culpar a nadie del despropósito, sin embargo, porque es
el signo de los tiempos: cada
vez más, editar a un autor —malogrado o no— se viene pareciendo a «comisariarlo», con
toda la carga de ventriloquia
que implica el acto, y con la consiguiente muerte por asfixia de
la forma original. Por mucha autoridad intelectual o por mucho
empeño que se ponga en juego,
quizá sería mejor dejar descansar en sus pequeños cuar tos
afelpados a proyectos y tentativas como Herodías, pues ése
aparenta ser su ámbito particular. Debiéramos tomar en cuenta, en fin, que el valor de los mitos culturales o de los sueños
reside, pura y simplemente, en
el hecho de serlo.
bre todo yuxtaposición de partes, de piezas en las que distinguimos su logro verbal, piezas
soberanas frente a la totalidad
que las contiene. ¿Pero cuál es
esa totalidad? ¿El yo de Pla o el
libro que ahora leemos?
Si el yo es la totalidad que las
produce, hemos de decir inmediatamente que esa identidad
no es fija, sino móvil, que lo único que permanece de dicho sujeto es el nombre que lo rotula.
Vaya, que Pla mudó de opiniones sobre la vida, sobre la moral, sobre la política, cambios
que aquí, en este volumen, no
se aprecian. Es por eso por lo
que si el libro es el entero del
que dependen estos aforismos,
entonces hemos de decir que la
obra es un ar tificio actual del
editor, aquel que pule y fija a Pla
esperando trabar retrospectivamente lo que primero no tuvo
totalidad definitiva. El resultado, alentado con astucia política por Valentí Puig en el prólogo que firma, es el de un escritor catalán atípico y a la vez previsible: un individualista azote
de progresistas y de nacionalistas. El problema es que Pla
puede ser vir para eso, pero
también para lo contrario. ¿Por
incoherencia? No, por simple
número de páginas, por las miles de páginas que escribió.
Sólo hace falta componer un
centón de sentencias que resulten favorables al nuevo editor y a su avispado prologuista.
4
Viernes, 23 de junio de 2006 ■ Levante EL MERCANTIL VALENCIANO
pd
LIBROS
ANAQUEL
John Dos Passos evoca su infancia y juventud aventurera en estas memorias
Thomas de Quincey
La ilusión de la geografía
La monja alférez
Pre-Textos, Valencia, 2006
Thomas de
Quincey fabuló sobre
Catalina de
Erauso, la
monja vestida de hombre que recorrió
la
América española
y
que, según comenta Luis Loayza en el prólogo a esta edición, debió ser un personaje terrible. Sin embargo, De Quincey la convierte en estas páginas en una heroína romántica.
Ángela Vallvey
Todas las muñecas son carnívoras
Destino, Barcelona, 2006
John Dos Passos
Entre las cómicas neurosis urbanas
de Woody
Allen y los libros de supervivencia
en el reino
animal de
Konrad Lorenz, la última obra de Ángela Vallvey es
una comedia que gira alrededor
de la consulta de la terapeuta Sonia La Roja: por su diván desfilan pacientes neuróticos, víctimas casi siempre de sí mismos.
Paul Thiry d’Holbach
El cristianisme sense vel
Pub. Universitat de València, 2006
Paul Henri
Thiry d’Holbach (17231789)
és
una de les figures capdavanteres
de l’ateisme
il·lustrat. En
aquesta
obra, l’autor
ataca la causa psicològica del
manteniment de la idea religiosa, el temor i la inseguretat. La
religió és un entrebanc al progrés, perquè oculta les veritables causes naturals del mal.
Años inolvidables
Traducción de José Luis Muñoz
Prólogo de Ignacio Martínez de Pisón
Seix Barral, Barcelona, 2006
Andrés Pau
John Dos Passos recuperó cierta notoriedad —que jamás debió perder— en nuestro país a
raíz de la publicación de Enterrar a los muertos, el excelente
libro de Martínez de Pisón —
que además prologa este Años
inolvidables. Allí se hablaba del
dramático desencuentro que
tuvo con Ernst Hemingway por
culpa de la desaparición y posterior asesinato del traductor al
español de Dos, José Robles.
Incluso ahora, ¿coincidencias?,
Stephen Koch (El fin de la inocencia) acaba de publicar un volumen que trata exclusivamente de ese encontronazo entre
dos buenos amigos de juventud: La ruptura: Hemingway,
Dos Passos y el asesinato de José
Robles.
Pero John Dos Passos debería ser conocido por el gran
público español por su extraordinario aliento narrativo y su
voz propia, cuyas obras maes-
tras son, sin duda, la trilogía
U.S.A. (El paralelo 42, 1919 y
El gran dinero) y Manhattan
Transfer, modelo de novela calidoscópica donde los personajes se mueven desorientados por un hormiguero humano de ingentes dimensiones, la
ciudad de Nueva York, con la
conjunción de novedosas técnicas narrativas. (Camilo José
Cela y su Colmena deben tanto a Dos Passos…).
Per teneciente a la generación perdida —con Hemingway
y Scott Fitgerald como cabezas
más visibles— Dos escribe en
Años inolvidables sobre los primeros treinta y cinco o cuarenta años de su vida. El libro se
inicia con su infancia, la extraordinaria y omnipresente figura paterna y concluye con la Segunda República española en
pleno fer vor popular. Su tono
es, tal vez por ello, contagiosamente amable y, al hilo del título, consigue atrapar al lector en
su entusiasmo por los viajes, sobre todo los viajes, que le hacen
recorrer buena parte del mundo, empezando por su adorada
España, que fue su primer destino al extranjero y dejó escrito
en Rocinante vuelve al camino.
John Dos Passos nos transmite un sentido amable y sencillo por la vida y, en consecuencia, suele mostrar un indisimulado desprecio por el esnobismo de cierta intelligentzia
contemporánea, que tan mal solía tratar en sus novelas al hombre común y corriente.
Pero hablábamos de viajes y
de viajes hablaremos: Europa
durante la Primera Guerra
Mundial donde, a través del
ser vicio de ambulancias de la
Cruz Roja —igual que Hemingway— recorre el frente
norte francés y mira cara a cara
a la muerte, pero también unos
inolvidables paseos por París y
a través de Italia para llegar
hasta la ruinas de Pompeya. La
narración siempre discurre
amena, entretenida, repleta de
anécdotas —en su mayor parte
agradables— que hacen de
este Años inolvidables un libro
especialmente amable, espontáneo, natural. Si Dos tuvo que
pelearse con la censura de su
época por reproducir tal cual el
lenguaje de la soldadesca con
toda su crudeza, aquí decide
optar por un tono mucho menos rudo, y la narración gana
en frescura.
Terminada la Primera Guerra Mundial, Dos Passos inicia
un increíble viaje —uno de esos
viajes que hacen o hacían los
viajeros tal y como los definió
Bowles— por la recién creada
Unión Soviética de norte a sur,
desde Leningrado a Armenia
para perderse en el Cáucaso y
llegar a Bagdad disfrazado de
beduino y aquejado de fiebres
reumáticas. Desde Bagdad a
Damasco, en otra odisea no
menos inverosímil, con asalto
de una patrulla de bandoleros
incluida, para llegar por fin a
Beirut y embarcar hacia Europa. Insistamos en ello: a pesar
de las innumerables —no re-
❙❙❙
Dos Passos atraviesa
la recién creada
URSS desde
Leningrado a
Armenia, se pierde
en el Cáucaso y llega
hasta Bagdad
Chavarría novela las relaciones laborales
En el trabajo
Josep Maria Romero
Todo lo que hay que saber del
negocio musical
Alba, Barcelona, 2006
La información más actualizada
para compositores, autores, músicos y cualquier artista
que quiera
comprender
la evolución
tecnológica y los mecanismos
legales de la industria de la música, desde todo lo relativo a la
propiedad intelectual hasta datos prácticos y casos reales.
Lourdes Rubio
María Ángeles Chavarría es licenciada en Filología Hispánica, ha escritos varios libros de
poesía, novelas y colabora
como crítica literaria en diversas revistas, ha dirigido también talleres literarios y cursó
un máster en Psicopedagogía y
Gestión Familiar. En el año
2002 fue finalista del Premio de
la Crítica Valenciana con el libro de poesía Lo que sólo cuenta el alma, recibió el Premio
Tertulandia de Benetússer con
la narración Diario de una mujer inquieta (2002) y el I Premio
Internacional Instituto de Estudios Modernistas por La tercera copia (2004). El Anónimo
no es, pues, la primera incursión literaria de esta autora nacida en Jérica (Castelló), en
1966, una historia en el que
aborda problemas laborales de
hoy en día: el moving, la discriminación, el acoso...
El Anónimo es un relato de
corte introspectivo con una estructura en la que dos historias
subsisten conjuntamente, una
dentro de la otra. Escrita en un
tono melancólico y ambientada
en la ciudad de Castelló, la autora entremezcla el retrato psicológico y la denuncia social
para describirnos lo problemáticas que pueden llegar a ser las
relaciones laborales y humanas
en la sociedad contemporánea.
María Ángeles Chavarría
El Anónimo
Sepha, Madrid, 2005
sulta difícil imaginarlo— calamidades que persiguen al bueno de Dos Passos, él prefiere
recordar la anécdota que sugiera la sonrisa antes que el
fruncimiento del ceño. Al respecto, nada más paradigmático
que la forma en que pasa, de
puntillas y muy al final de Años
inolvidables, sobre sus querellas con Ernest Hemingway —
a quien suele llamar Hem y con
quien compar te sanfermines,
borracheras y yates en Cuba—
, la elegancia con que se refiere a ello: «Los problemas que
surgen entre un hombre y sus
amigos no son con frecuencia
más que el resultado del paso del
tiempo. A medida que un hombre llega a la edad madura, pierde posibilidades con cada año
que pasa. Y de la misma manera pierde amistades. En una
época como la nuestra, en la que
los credos políticos empujan a
los hombres a la masacre y a la
inmolación, las opiniones políticas se convierten en materia de
vida o de muer te. Las diferencias que, a los veinte años, se podían discutir sin rencor y hasta
con agrado, se convierten a los
treinta en motivo de recriminaciones y amargura. En una época en que las consignas políticas
cambian radicalmente de sentido en pocos años, cualquiera que
trate de seguir haciéndose preguntas, que trate de comparar
cada consigna con su aplicación
en la vida real, y cada etiqueta
con la cosa misma, tiene que
acostumbrarse a la idea de que
los viejos amigos dejen de serlo e
incluso a que se conviertan en
enemigos».
Años inolvidables nos hace
reconciliarnos con un género
difícil de definir: la autobiografía viajera, el viaje autobiográfico o llámenle ustedes como
quieran. Una verdadera gozada
para los sentidos.
Una joven periodista —
Neus—, personaje solitario y
meditativo que se siente relegada en la redacción del periódico en el que trabaja, recibe un
anónimo y a partir de ahí decide escribir una novela en la que
va a reflejar la dificultad que entraña sobrevivir en un ambiente laboral tosco y desagradable.
A través de la protagonista y la
autora del anónimo (Nerela),
el relato nos presenta una reflexión, a modo de denuncia,
sobre las múltiples injusticias
que se cometen diariamente en
entornos laborales cerrados,
en especial situaciones que padecen muchas mujeres. El Anónimo es un ejercicio de análisis que nos propone la autora
sobre la complejidad de las relaciones personales, un testimonio actual, en definitiva, sobre las dificultades de la vida de
hoy en día.
Levante
pd
EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 23 de junio de 2006
La selección de la semana
5
LIBROS
Publicada en 1922, «Inutilidad» fue la primera novela de W. Gerhardie. Ambientada en
la Rusia de los años veinte, relata la vida de Nikolai Vasilievich, que se ocupa de sus
minas de oro en Siberia y de sus tres hijas, mientras todo se derrumba a su alrededor.
Futilidad del arte y de la vida
William Gerhardie
Inutilidad
Traducción de Menchu Gutiérrez
Prólogo de Edith Wharton
Siruela, Madrid, 2006
Manuel Arranz
«Y de pronto me di cuenta de que
la única cosa que podía hacer era
convertir todo aquello en un libro.
Es lo que habitualmente hacemos
con la vida». El libro es Inutilidad, el título lo dice todo, en inglés Futility, futilidad, como ya
fuera traducido hace unos años
al castellano, a mi juicio un término mejor. Y ¿qué es todo aquello que acabamos convirtiendo
siempre en un libro? Todo aquello son las asombrosas vidas que
vivimos que, de cuando en cuando, «un escritorzuelo malvado y
sin escrúpulos, a quien importa
menos la gente que su arte, pone
por escrito». Ese escritorzuelo es,
en esta ocasión, William Gerhardie, dicho sea de paso, un escritor como la copa de un pino, nacido en San Petersburgo en 1895
y muerto en Londres en 1977.
Pero antes de que el término que
hemos utilizado para calificar
nuestras vidas pueda llamar a engaño, e inducir al lector a imaginar aventuras extraordinarias,
conviene decir que para William
Gerhardie, lo asombroso y extraordinario de la vida es precisamente su irredenta futilidad.
Incluso cuando la vida transcurre, como es el caso, en plena
efer vescencia revolucionaria.
Tal vez incluso en esos momentos la futilidad sea más patente.
Inutilidad es un libro sorprendente y disparatado. Pero
sólo en apariencia. Es sorprendente porque las conductas de
los personajes son sorprendentes, a pesar de sernos el absurdo
y la sinrazón tan familiares en
nuestras vidas. El absurdo y la
sinrazón son comportamientos
en definitiva predecibles, aunque incomprensibles, lo que los
convierte en paradójicos. Lo grave sería que fueran impredecibles pero comprensibles, lo que
los haría inverosímiles. A fin de
cuentas, uno de los reproches
clásicos que suele hacérsele a un
escritor es que su novela no es
verosímil. Como si nuestras propias vidas lo fueran. Y es que exigimos más verosimilitud, más lógica, más coherencia, a las novelas que a la vida. Y en este sentido es disparatado, pues Gerhardie pensaba que, a pesar de
todo, la vida no se parecía en
nada a las novelas.
William Gerhardie nació,
como dijimos, en San Petersburgo, pero de padres ingleses. Un
escritor anglo-ruso por tanto, que
alternó en su vida y en su obra la
Revolución de Octubre con la universidad de Oxford. Las mezclas
arriesgadas, cuando tienen éxito,
ANGLO-RUSO. William Gerhardie (San Petersburgo, 1859-Londres, 1977).
son las que mejores resultados
dan, y ese fue el caso de Gerhardie. Inutilidad fue su primera novela. Una primera novela de
una sorprendente madurez que
le valió el reconocimiento entusiasta de sus contemporáneos. Y
uno de esos libros que a pesar de
su apariencia intrascendente, somos en cambio incapaces de resumir, de decir de lo que tratan.
Ni la propia Edith Wharton, en
su sucinto y encomiástico prólogo, lo consigue. Aunque consigue, eso sí, ponernos sobre aviso. Aquí hay un gran libro, un estupendo libro, un magnífico libro, en el que, como en la vida
podríamos decir, nunca sucede
nada. Pero esa nada, claro, es
todo lo que tenemos.
La vida es lo que pasa mientras
pensamos cómo vivirla, dijo en
una ocasión John Lennon. No
creo que Lennon leyera a William
Gerhardie, aunque cualquiera
sabe, pero la frase, la filosofía de
la frase diría yo incluso, se encuentra en este libro de 1922. Sus
personajes esperan que por fin
llegue la vida, esperan que por fin
llegue el amor, esperan que por
fin llegue el éxito, y mientras los
años pasan y la vida va quedando
a sus espaldas. Al final todo sigue
igual, no ha pasado nada, y lo único que ha pasado es el tiempo. Y
es que el tiempo, un descubrimiento por cierto del siglo XIX,
tiene una extraña manera de resolver las cosas.
pues de nuestras vidas de
otros, o de las de otros nuestras, porque, como decía Rimbaud, yo soy otro, pero como
añade Tabucchi, el otro también es yo.
Hay escritores que con cada
nuevo libro van ganando lectores, del mismo modo que los
hay que los pierden a medida
que sus libros van aumentando
en número. A los lectores de
Tabucchi, uno de los valores
más sólidos con que cuenta hoy
la literatura, no hace falta que
se les recomiende ningún libro
suyo. Especialmente éste, que
se toma como pretexto a sí mismo, es decir a su obra, se recomienda por sí solo. A Tabucchi
le sir ve para reflexionar sobre
el arte de la ficción. Aunque yo
particularmente creo que el libro trata más de la ficción del
arte. Porque a Tabucchi no le
interesa tanto cómo se hace
una novela, sino por qué se
hace. Y por qué esa precisamente y no otra, ese personaje
y no otro, esa frase y no otra,
el lector. Y las emociones, no
hace falta decirlo, son de todo
tipo y condición. Y, como los colores, unas pocas son puras y la
mayoría extrañas mezclas y
combinaciones.
También,
como a ellos, las altera el tiempo, las apaga y las vuelve desvaídas en ocasiones. Claro que
eso depende de la calidad de los
materiales que haya utilizado el
pintor, o el escritor en su caso.
Para reconocer una voz sólo
hay que tener oído. Y vista. Y
tacto. Y gusto. Y naturalmente
olfato. Pero eso es todo.
«La cantidad de palabras es
limitada, la de acentos, infinita», cita Tabucchi aquí a Diderot. Sólo cabe añadir, la de combinaciones de palabras, también es infinita. Por eso, aunque ya esté dicho todo, siempre
se puede decir de otra manera
y con otro acento. Y eso es lo
que hace Tabucchi en este libro
y en los libros de los que trata
este libro. Y no olvidemos que
lo mismo, dicho de otra manera, nunca es lo mismo.
❙❙❙
El autor alternó en
su vida y en su obra
la Revolución de
Octubre con la
universidad de Oxford
EDICIONES SIRUELA
El acento y la palabra
Antonio Tabucchi
Autobiografías ajenas
Poéticas a posteriori
Traducción de Carlos Gumpert
Anagrama, Barcelona, 2006
M. A.
Se trata de literatura, de alta literatura. Esta es la hipótesis: la
obra literaria, en principio la no-
vela, aunque es posible que en
otros géneros la cosa sea igual,
descansa en nuestras facultades sensoriales, ya saben cinco, unas más o menos embotadas que otras, que despiertan
de pronto nuestra memoria
dormida, la cual pone a su vez
en marcha todo el proceso creativo. En algunos casos, el autor es consciente de lo que está
pasando, de lo que le está pasando queremos decir, pero en
la mayoría, por raro que parezca, ni las huele. Sí, estamos hablando de la magdalena, pero
no ha habido sólo magdalenas
en la historia de la novela. Un
roce, un olor por supuesto, un
sonido, pueden desencadenar
un pequeño drama interior. Y
es frecuente que suceda que
sólo seamos conscientes de lo
que ha pasado después del desenlace del drama. Es decir, a
posteriori. Esta es la idea motriz
de las Poéticas a posteriori de
Antonio Tabucchi, que titula,
con gran precisión y tino, Autobiografías ajenas. Se trata
ese principio y ese final, tantas
veces intercambiables.
Tabucchi tiene una voz propia. No todo el mundo la tiene,
de hecho muchos escritores no
la tienen. Una voz reconocible,
aunque, como él dice, nos sea
difícil, más bien imposible, traducir en palabras todas las
emociones que suscita en nosotros una voz. Porque se trata
de eso. La literatura trata de
eso. De suscitar emociones en
❙❙❙
En su último libro,
a Tabucchi no le
interesa tanto cómo
se hace una novela
sino por qué se hace
6
Viernes, 23 de junio de 2006 ■ Levante EL MERCANTIL VALENCIANO
pd
ARTE
VERSUS OMNIA
Galería Tomàs March
«Un solo trazo»
«Bibelots»
Ricardo Forriols
Joan Verdú
ACE unos días, circulando por
la Avinguda de les Corts Valencianes, mi hijo me dice:
«mira papá, están montando la feria». Bendita inocencia. La feria sí,
pero de las vanidades. Lo que mi
hijo tomaba como dos norias en medio de una gran rotonda no era otra
cosa que los rulos esos, o como se
llamen, que lleva la Dama de Elche
que ha proyectado Manuel Valdés.
El engendro es colosal y supongo que estarán acabándolo a toda
mecha para la visita del Papa, que
no falte de ná. Cosas tan inauditas,
tan desaforadas y tan escacharrantes creo que sólo pueden pasar en territorio valenciano y dale
maraca, Juanito.
Por si no teníamos bastante con
el Horror de Dunwich que ha acampado en la Gran Vía Marqués del
Turia en forma de aberrantes esculturas (gracias Caixa de Pensions, los valencianos nunca estaremos suficiente agradecidos porque lleváis a Madrid y Barcelona lo
mejor del arte contemporáneo internacional y a Valencia traigáis el
furry, vamos. A lo mejor es que nos
tenéis calados). Y además por si
tampoco teníamos bastante con la
espantosa escultura de Ripollés,
que afortunadamente han colocado en un sitio por el que espero no
pasar jamás, pues por si no teníamos bastante, digo, ahora llega la
Dama de Elche.
La Dama de Elche creo que marcará un antes y un después en la
ejemplar carrera de Manuel Valdés. Esta obra sin duda nos mostrará a un Valdés en su justa medida descubriéndolo como lo que es:
un fabricante de bibelots.
Si sus esculturas en madera: las
Meninas (¡venga Meninas!), Madame Matisse en la mecedora (o la
de la mecedora era otra, no me
acuerdo), etc., ya eran vistas por las
mentes más preclaras como lo que
eran: unas obritas de joyería y bisutería, la Dama de Elche se nos
anuncia como la llegada de los bibelots para encima del televisor.
Ahora, aprovechando el filón, se
pintan cuarenta o cincuenta cuadros de tan graciosa Dama y a vivir.
De entrada no comprendo cómo
se le puede conceder credibilidad
a un artista sin una imaginería propia, que se dedica a saquear sin rubor la Historia del Arte para encontrar tema para sus obras. Para
hacer versiones supongo. Versiones
era lo que hacía Miró con los Interiores Holandeses y no esto. Se me
dirá tal vez que Valdés practica el
apropiacionismo. El apropiacionismo lo practicaba Lichtenstein con
gran fortuna (fortuna artística,
quiero decir) pero no Valdés.
Ha comenzado a salir con El
Mundo, dentro de la colección dedicada al are contemporáneo, una
segunda parte dedicada a la pintura española. En ella entre Tàpies y
Ramón Casas están Manuel Valdés y Lucio Muñoz que también
se las trae (¡Líbranos señor de tanta iniquidad!). A Valdés le han dedicado sesudas elucubraciones
gente tan preclara come Cosme
de Barañano. Valdés vive a cuerpo de rey en Niu Yor. Vende sus
cuadros por una pastizara... ¿Qué
más quiere Valdés? Déjanos tranquilos un poco, jobar.
H
Eduardo Ponjuán
Ya van unos once años desde que
Eduardo Ponjuán (Pinar del Río,
1956), profesor del Instituto Superior de Arte de La Habana y referente del latinoamericano contemporáneo, vino a Valencia en
compañía de René Francisco —
con quien formó un tándem decisivo en los últimos ochenta y
primeros noventa— para impartir un taller cuya propuesta se articulaba en torno a un texto de
Thomas McEvilley («Ademán de
esgrimir nubes») sobre las relaciones entre forma y contenido.
Ahora, con el reencuentro que
supone esta su primera exposición en Valencia, Ponjuán presenta una compacta selección de
trabajos realizados en los últimos
años donde, ya en solitario, sigue
insistiendo en la importancia de
la obra como resultado de un proceso mental en el que juega con
la paradoja y el contrapunto entre el concepto esgrimido y la
sensación resultante de la forma,
todo ello desde el particular mirador del budismo zen.
La muestra, titulada Un solo
trazo quizás en referencia a la escritura oriental, la conforman un
buen número de obras sobre papel en las que se combinan dibujos, transferencias y pequeños
textos como versos de recóndito
sentido: «Cualquier deseo a nuestro alcance debe ser considerado
como un depósito de nuestro deseo». Esta suerte de koan aparece manuscrito en una de las hojas de un libro de contabilidad
marcadas con el encabezamiento «Por diversos conceptos», en
las que se van ordenando entradas y salidas como dibujos transferidos de flores, de pin ups, junto con esquemas, gráficos, incluso un posible recuerdo de Malevich (ese rostro negro) y otros
textos de semejante calado. Todo
ello me ha recordado —ahora
que Ponjuán viene de disfrutar
de una beca en París— las maneras con que Perec superaba
con lúdica proeza los constreñimientos del lenguaje, cualquiera
de ellos, para pensar/clasificar el
mundo por diversos conceptos.
Del mismo modo, llaman la atención el redondo misterio del Limbo o los papeles reunidos por la
inscripción No es la mente, no es
el Buda, no es nada, en los que
una cabeza-péndulo de rasgos
orientales flota en el vacío sobre
cuencos o cestos. También los
trabajos en los que a partir de la
idea de cielo se enfrentan cabezas de estatuaria clásica y complejas figuras poliédricas no sé si
de cadencia melancólica.
Complementando los dibujos,
tres dípticos fotográficos protagonizados por el horizonte y la
llegada de una ola, su retirada, sobre las piedras del malecón habanero, bajo el cielo de nubes y
entre el verde del mar y la espuma. Estas fotos parecen ordenar
otra parte de la muestra: la serie
más reciente y realizada sobre
negra tela asfáltica —«papel de
chapapote» que se dice allá— en
la que la horizontal del montante
de la tela dibuja una suerte de línea que, en combinación con
huellas y rastros de presión, del
EDUARDO PONJUÁN.
GABRIEL PIÑANA.
FANNY GALERA. En la muestra de la galería Argenta.
proceso, podría recordar a veces
la del mar y a veces un paisaje lunar; oscuros paisajes, o no, que
se ven anclados de nuevo por textos grabados con letras de molde de tono poético: No hay olas
perfectas, Un roce anula al tiempo, Sacarás lotos rojos de la mente; o directamente irónico: No, señor, no, señores. A mí déjenme
tranquilo tomarme mi cerveza.
Pues eso. Ésta última la suscribimos nosotros también no
sin antes recordar que Ponjuán
participará desde hoy mismo en
las intervenciones en el Palau
Ducal dels Borja, en Gandía,
mostrando otra parte del arte cubano y ampliando la exposición
que en el IVAM da cuenta de una
selección del tiempo de las vanguardias en Cuba.
Gabriel Piñana
Galería d’Arts
Perspectiva paisajística inanimada
Rosa Ulpiano
Después de su primera exposición realizada hace dos años en
la Galería Nave Diez de Valencia, Gabriel Piñana presenta su
nuevo trabajo pictórico en la galería D’Arts, una suerte de proceso evolutivo de aquella anterior serie titulada Música de las
esferas, y que viene a confirmar
una constante búsqueda de la
perfección, alejada de cualquier
resquicio amateur. Y es que Piñana es un artista para quien la
pintura constituye una suerte
de viaje interior en busca de
nuevos paisajes: si aquellas primeras cósmicas esferas representaban un nuevo aliento existencial, ahora son analizadas a
través de una inanimada perspectiva paisajística, donde la ausencia de la figura humana, las
construcciones clásicas y los
desérticos paisajes nos introducen por un inquietante universo metafísico.
Las obras de Gabriel Piñana
desprenden una tensión existencial, nos sólo ante esta ausencia humana que acentúa
más la sensación de soledad y
aislamiento, sino a través de ciudades y paisajes metafóricamente malogrados por el hombre, haciéndose de este modo
una constante e indirecta referencia al hombre y su compleja
relación con la naturaleza.
Sánchez, Galano y Galera
Galería Argenta
La prueba del nueve
Armando Pilato
La galería Argenta presenta una
atrevida propuesta expositiva a
partir de la selección de la obra
de un artista por parte de un crítico de arte. Así pues, cada uno
de los tres críticos ha elegido y
presentado —con total libertad— a un creador plástico,
atendiendo a diferentes razones. Fernando Castro Flórez,
Juan Manuel Bonet y Rafael
Prats Ribelles con todas sus diferencias teóricas y formales
han seleccionado —respectivamente— a Domingo Sánchez,
Miguel Galano y Fanny Galera.
El resultado, lejos de constituir
una colectiva, se ha convertido
en una pequeña muestra de los
diferentes lenguajes y modos en
los que se puede visualizar la
creación artística de la contemporaneidad.
Domingo Sánchez Blanco,
(Salamanca, 1955), muestra una
obra chocante y sorprendente,
en la cual se alían escultura, fotografía y vídeo con una finalidad claramente crítica y conceptual. Con una voluntad casi
escenográfica, este artista interdisciplinar coloca a sus pájaros metálicos, en este caso aves
de cetrería, en el territorio de la
condición humana. La complejidad de la propuesta se viste de
humor a través de una cuidada
producción que no descarta la
sacralización de los materiales
de desecho sobre los que actúa.
Con este proyecto titulado La
cueva del otro (el señuelo), Domingo Sánchez revela, también
mediante los sonidos, la condición repetitiva y mimética de los
condicionantes sociales y su actual degradación relacional y comunicativa.
La escultora Fanny Galera,
(Valencia, 1973), atraviesa el espacio de la galería con una obra
en la que lo público se transforma en privado y viceversa. Una
mezcla de materiales (entre los
que destacan el uso del hierro,
del alabastro, del alambre o de
los adoquines) conforman frágiles obras en las que se activan
especulares metáforas y anécdotas. Quizá el uso del equilibrio sea el factor fundamental
de esta serie de esculturas que
reproducen, de un modo evocador y sintético, el verdadero
peso y la situación del individuo
social. Este registro urbano
hace que sus mínimos personajes, algunos en el borde del abismo de las formas ovoides, se
vean como juncos habitados por
el peso invisible del individuo.
El pintor asturiano Miguel
Galano, (Tapia de Casariego,
1956), presenta su obra por primera vez en Valencia confirmado por las justas palabras de Juan
Manuel Bonet. Una pintura nórdica, entre metafísica y contemplativa, sitúa al espectador ante
pequeños fragmentos de paisajes construidos la potencia extraordinaria de sentidos elementos atmosféricos. La capacidad de sinopsis del pintor acaricia, en muchas ocasiones, la más
austera representación de la belleza septentrional. En obras
como la perfecta Cementerio en
Tielves, Munch en Campos, Tarde cantábrica o Libro, Miguel Galano demuestra su cualidad del
pintor que arranca desde su propia pintura el quebradizo, y a veces difícil de ver, condicionante
de lo conmovedor.
pd
Levante EL MERCANTIL VALENCIANO ■ Viernes, 23 de junio de 2006
7
ARTE
Efectos colaterales
Lynne Cohen + Bert Danckaert
BERT DANCKAERT.
Espai Visor
Armando Pilato
Side Ef fects es la proposición
que, simultáneamente, presentan los fotógrafos L ynne Cohen y Bert Danckaert en el Espai (provisional) de la galería
Visor. El primero de ellos, artista de la galería, ha invitado
personalmente al segundo
para mostrar sus respectivos
trabajos de una manera conjunta, siguiendo una línea participativa abierta por la sala en
la presente temporada. Esta situación de sumandos ofrece la
oportunidad de conocer la obra
de ar tistas de otras latitudes
que, además, transitan por el
circuito internacional. De este
modo, el coloquio entre los fotógrafos se abre a una serie de
similitudes conceptuales, pero
Ironía y perversión
también a un diálogo contrapuesto.
El canadiense L ynne Cohen
muestra cuatro obras fotográficas planteadas como un objet
trouvé, en cerradas escenas de
interiores cargadas de ciertas
dosis de claustrofobia. Estos espacios concretos, ceñidos en
Galería Paz y Comedias
Mavi Escamilla
Chaston Club de Jazz
Rosa Ulpiano
Barroca, mediterránea y rabiosamente
irónica es la obra que
nos presenta Mavi Escamilla
(Valencia,
1961) en el Chaston —
nuevo club de jazz ubicado en la calle Sueca
de Valencia—; se trata
de su segunda personal justicia poética,
continuación de aquella primera presentada
en la galería Por amor
al arte en Oporto, pinturas que recorren
desde 1998 hasta el
2002 y en la que incorpora una serie de obsesiones arcaicas y un
ilimitado repertorio de
claves simbólicas, entre lo instintivo y la sofisticación
más perversa. Bajo un aspecto a
primera vista kitsch nos encontramos con una pintura desenfadada, nada pretenciosa, de pincelada suelta y muy contemporánea, a través de la cual la artista
reflexiona sobre la imagen y su
representación. A caballo entre la
figuración y el cómic, en su obra
surgen unas imágenes nuevas
que recrean su propia narratividad, alegorías que se apoyan a través de un vocabulario básico y formal elaborado a base de la superposición de planos, la técnica encaústica, el uso del color y la luz.
En Justicia poética II, Mavi
Escamilla conjuga experiencias
LYNNE COHEN.
personales con referencias a la
cultura popular, el arte, los medios de comunicación y el consumismo. En todas estas obras
hay una narración abierta que
retoma tanto imágenes del cine
como de la publicidad, ilustración de libros, tebeos, a la hora
de abordar asuntos extra-artísticos de manera irónica, taciturna, e incluso per versa. Influenciada por la estética pop, a
través de estas metáforas —boxeadores, animales en lucha,
corazones tatuados...— pervierte significados y medios en
el cuestionamiento de los postulados éticos y estéticos de la
sociedad actual.
Abelardo Muñoz
Visitar la galería de arte Paz y Comedias es toda una experiencia.
Estos días, mucho antes de asombrarse con la obra del joven Rorro
Berjano (Badajoz, 1979) fruto de
sus viajes a Ciudad Habana, uno
tiene la ocasión de subir a la sala en
un ascensor de película de Hitchcock. Quedan ya pocos así, con sus
cancelas metálicas, sus chirridos
de locomotora en vertical, un surrealismo que envuelve el edificio
modernista y que continúa en las
sincréticas estancias de la exposición de Berjano. Un asombroso
mundo de imaginería afrocubana
pasado por el tamiz de un artista escéptico y astuto. Porque este chico
de 27 años ha realizado tres viajes
iniciáticos a la ciudad más enigmática del Caribe y lo que se ha traído consigo no han sido cocoteros
o caimanes. Su mundo pictórico —
un malla caótica de collages, imaginería pop, objetos reutilizados y
pinturas enloquecidas— recorre lo
más fascinante de la ciudad: el sincretismo cubano, madre de todos
los oficios y fiestas, públicas o secretas que se celebran en la isla. La
exposición de Berjano es pintura y
es instalación a un tiempo. Una
imagen de San Lázaro, rodeado de
perros y cirios, nos abre a un universo recargado, un diseño kistch,
de ironía naif, y con empleo de materiales dudosos para la elaboración de ciertas obras. La pieza En
la bahía de la Habana está pintada
con los restos de su fuel real; esa
pasta negra que contamina las
aguas del Caribe. Puede verse una
foto del autor, con petróleo hasta
las cejas, en el muelle de la Habana, frente a su cuadro acabado. Al
igual que las Antillas de García
Márquez, poco paradisíacas, mez-
una especie de crionización, las
imágenes de las composiciones
unifican diversos escenarios y
conductas que parecen otorgar
una falta absoluta de definición
sobre el lugar y su propiedad
real o mental. Esta serie, denominada Laborator y y que comenzó en 1987, ha sido califi-
cada como la visión interpretativa de «una frontera universal
donde lo único común es la capacidad de asombro al ver, descontextualizados, esos espacios
creados para ser útiles y que, sin
embargo, parecen no servir a
nada ni a nadie».
Por su par te, el belga Ber t
Danckaert presenta tres trabajos de su serie Make sense, un
work in progress numerado realizado desde el año 1996. En estas composiciones el fotógrafo
armoniza algo parecido al paisaje con una suerte de naturalezas muertas, creando así espacios exteriores de los suburbios de las grandes ciudades.
La banalidad de sus temas, el toque humorístico entre lo artificial y lo real, y la pulsión de lo
existencial rozan, de una manera selectiva, la esferas del teatro congelado del absurdo.
Ambos ofrecen, en estas sorprendentes imágenes, su manera de entender el espacio, mostrando el efecto transformador
que realiza constante y pesadamente el individuo en su entorno vital. Esa posición neutral de
los dos fotógrafos, alejada de
cualquier actitud documentalista, actúa paradójicamente como
el diente de la rueda que más
allá del carácter metafórico y
conceptual se convierte en una
sensitiva graduación tonal llena
de partículas conceptuales, sociales y políticas.
Sucia Habana
Rorro Berjano
cla de pesadilla tercermundista y
mundo mágico evanescente, la Habana de Rorro Berjano es un caos
que tiene música, como esa Habana Tunning en la que retumban
dos altavoces, o Guanabacoa Connection; cuadros que emanan desasosiego y crítica social; pavor
vudú reflejado en los ojos de cristal de una cabeza de antílope africano que sale de un cuadro, en
abierta provocación espacial. Hay
un montón de fotografías que
muestran que este pintor no se dedicó solo a pintar en la prodigiosa
ciudad. Cual viajero conradiano, el
extremeño se ha sumergido entre
las gentes, los negratas habaneros
que son mayoría y recogen el espíritu lejano de las selvas sensoriales.
Borjano es un pintor que encantaría a Bretón y sus amigos, pues sus
cuadros poseen una mezcla de inocencia y sarcasmo que sólo ofrecen
los buenos artistas. Vale la pena
aventurarse en el ascensor estilo
imperio del edificio de la calle Comedias, tan difícil de encontrar
como a los buenos creadores, para
disfrutar de su fresca obra.
Viernes, 23 de junio de 2006 ■ Levante EL MERCANTIL VALENCIANO
8
pd
N.º 558, AÑO XIV / 23-VI-2006
Suplemento Cultural
Coordinadora: Arantxa Bea
Arte: Juan Lagardera. Música: José Ricardo Seguí
posdata
ESCRITS CORSARIS
Xènius
Josep Ballester
decidit fer una volta
de campana a la vida que
havia dut. No fou tan ràpid,
però la transformació que iniciava ja no tindria camí de tornada. Rebutjava una part fonamental d’un ideari que havia teixit dia a dia. Inclús canviaria de
llengua i de nació, aquella que
tant havia enaltit. Ell, però, es
considerava un home universal,
un àngel entre els humans, per
tant podria refer la pell com ja
havia demostrat en més d’una
ocasió en la llengua de Cervantes o en la de l’estimat
Daudet.
El motiu darrer d’aquesta
metamorfosi no el sabem. Era
com pegar-li la volta a un mitjó.
Un no canvia de llengua com
canvia de camisa. La cosa, però,
sembla que anà d’aquesta manera. En un moment determinat
hi hagué com un preludi, un inici cap al penya-segat més fosc.
Quan va faltar el seu protector,
Prat de la Riba, l’ambient començà a capgirar-se. Amb el
nou president de la Mancomunitat, Josep Puig i Cadafalch,
no va sintonitzar gens. Podríem
dir incompatibilitat total de
caràcters. Les reticències eren
més que evidents. La incomprensió mútua va anar edificant
un mur cada vegada més alt. A
més, l’intel·lectual no amaga
gens el seu flirteig amb el moviment sindicalista. Això no li fa
gens de gràcia a la burgesia que
el sostenia. Així a causa de la
vaga general, La Veu de Catalunya no va eixir al carrer, però
l’escriptor no es pensà ni un moment de publicar en ciclostil les
Gloses de la vaga, això era la primavera de l’any 1919. A més, va
realitzar algunes conferències
tot explicant el seu entusiasme
per la posició dels sindicats. El
fil es tibava una mica més. Al començament de l’any següent se
li comunica que ja no se li seguirà publicant l’ar ticle diari
que durant catorze anys se li havia editat. De seguida va venir
la seua dimissió del càrrec de
director d’instrucció pública. La
contestació de la Mancomunitat
H
AVIA
❙❙❙
Quan va faltar
el seu protector,
Prat de la Riba,
l’ambient començà
a capgirar-se
fou l’acusació de malversació de
fons i l’expulsió de la secretaria
de l’Institut d’Estudis Catalans.
I la qüestió va anar a més. Es va
produir una defenestració en
tota regla i a nivell públic, fins i
tot els deixebles que tenia es
van revoltar i l’atacaren com
gossos rabiüts. Els improperis
que se li llançaren a sobre no
van ser cap broma.
Ell, Eugeni d’Ors i Rovira
que havia estat l’impuls i l’ànima
d’un moviment regeneracionista del país. En aquells moments
se li negava el pa i la sal. Però
ara tornem anys enrere, l’1 de
gener de 1906, encara no ha fet
els vint-i-cinc anys, i inicia a les
pàgines de La Veu una columna
gairebé diària que es convertirà
al llarg del temps en el seu trampolí i en el seu púlpit: d’una projecció extraordinària. Es tracta
d’uns textos d’actualitat cultural
i política de gran volada, segons
va assenyalar ell mateix, pretenia remarcar «les palpitacions
del temps» i «extraure la categoria de l’anècdota». Aquestes
proses entre l’assaig i la divagació van deixar una petja important en els lectors, que aleshores eren legió i en la promoció
literària de l’època. Des d’aquesta tribuna llança uns ideals
cívics que compartia amb el nacionalisme naixent i elabora una
doctrina estètica que ell mateix
anomena Noucentisme. Prompte va ser enviat com a corresponsal a la Conferència Internacional d’Algesires i, més tard
a París, on a banda de continuar
amb les col·laboracions a la
premsa, aprofundeix en els estudis de Psicologia i Filosofia.
D’aquesta manera ens el trobem
al Congrés Internacional de
Heidelberg, on va llegir dos treballs, Religio est libertas i Le résidu dans la mesure de la science par l’action i, al de Bolonya,
l’any 1911, on presenta una comunicació que titulava Le curiosité. Durant aquells anys, però,
no para en la seua formació, no
deixa de sovintejar cursos de
Langevin, Bergson o Émile Boutroux, i, així mateix, en l’exposició de les seues pròpies idees:
conferències sobre temes de lògica i metodologia de les ciències, tota mena de papers en
congressos a Ginebra o a l’Haia.
A banda, dels viatges com amatent de la cultura del centre
d’Europa. Tot això es veia reflectit en les cròniques a la
premsa.
Després la seua evolució és
la que tots sabem. Dolgut en el
seu orgull, no va escriure mai
més en la seua llengua i l’any
1923 s’establí a Madrid. El desarrelament el va portar no sols
a l’abandó del català sinó a formar part de la intel·lectualitat,
de la poca inteligentsia de prestigi que formà part del govern
rebel de Burgos i del règim que
s’imposa en acabar la guerra
d’Espanya. Així el trobem com
LEVANTE-EMV
ASSAGISTA. Eugeni d’Ors (Barcelona, 1881-Vilanova i la Geltrú, 1954).
a cap de la Jefatura Nacional de
Bellas Ar tes on fou qui va gestionar el retorn dels quadres del
Museu del Prado dipositats a Ginebra durant el conflicte bèl·lic.
Des de la defenestració, hi ha
hagut tres grans escriptors que
l’han tractat tot fugint de l’hos-
tilitat. D’una banda, l’equanimitat de judici d’un Carles Riba
on comenta el Glosari o la glossa com a ésser viu, «és com un
ésser íntegre, vivent, amb els seus
centres de sensibilitat i la seva
xarxa nerviosa, la seva circulació en perfecte cicle, el seu respir
i —summa inefable de la seva individualitat— diríeu que un seu
nom». L’opinió ben incisiva de
Josep Pla que en un dels seus
homenots parla dels grans
errors de la classe política respecte dels seus homes de lletres. Comenta dos casos ben coneguts, «(...) L’error Verdaguer
contribuí a donar un gran impuls a l’anarquisme ingènit del
país. L’error Ors contribuí, amb
la ruptura de la unitat intel·lectual, al retorn de l’amarg escepticisme de la decadència». D’altra banda Joan Fuster també
digué la seua en una sospesada
revisió: «I, repetim-ho, ¿era tan
poca cosa allò que Catalunya
perdia en perdre l’Ors? En tot
cas, els seus detractors foren mals
profetes. Si en un prestatge de llibreria alineàvem les obres publicades per Eugeni d’Ors en castellà i en francés després de 1920,
i al mateix temps pensàvem que
tot allò podia haver estat escrit
en català, en tindríem una resposta. I no entre ara a discriminar el sentit últim que inspira
aquella enorme i reverenciable
paperassa: basta que considerem
que és el suport d’una literatura
d’un to perfectament normal, a
l’europea, i que es tracta d’allò
que se’n diu literatura d’idees. Fixem-nos, ara, només en aquest
punt. I observem de seguida que
no sols ens afecta el buit que hi
deixà l’Ors, l’absència de l’Ors,
sinó més encara el fet que ningú
no va saber substituir-lo». Crec
que és ben clara l’errada que la
classe dirigent va tenir amb el
nostre personatge, però això
ens hauria de posar l’oïda a l’aguait en altres casos que podem
tenir ben a prop, i de vegades,
sols cal gratar una mica.
Sense cap mena de dubte, el
Glosari és la seua gran aportació a la literatura. Una espècie
de dipòsit d’on sorgeixen les
obres que va produir com La
Ben Plantada (1911), Gualba la
de mil veus (1915), la sèrie Oceanografia del tedi (1918) o aquelles que va publicar en castellà i
que després va recollir en un llibre, Tres horas en el Museo del
Prado (1922) que li donaria renom internacional com a crític
d’ar t. El textos que treia a la
llum a la premsa sempre eren
un intent de crear un estat d’opinió. Es tracta d’unes proses
enginyoses, llampants i sovint
incisives a mig camí entre l’assaig curt, els articles de pensament i l’aforisme dins de la tradició d’un Montaigne, però sobretot més a prop d’un Nietzsche. És molt possible que no
ens interesse el personatge, sovint ben díscol i d’una vanitat superlativa, una mòmia encara
avui incòmoda, però, ningú no
negarà la producció literària.
Aquell intent de confeccionar
una espècie de diccionari filosòfic por tàtil. Una mena de
brasseur d’idées. L’artefacte anomenat glosa.
pd
Fly UP